PUNTERO FANTASMA

¿Dónde diablos está el Green Cross?

Retrocedamos medio siglo. El 3 de abril de 1961, en el cerro Lástimas, se estrella el avión DC-3 de LAN que trae a bordo a buena parte del plantel grincrosino...

Felipe Pumarino |

 

Casi de la nada, esta semana el viejo Green Cross ha vuelto a ocupar páginas en los diarios. En la precordillera linarense, una expedición de montañistas y arrieros habría logrado dar con el escenario de la mayor calamidad que registre la historia del fútbol chileno. Misteriosos, no han querido precisar las coordenadas exactas del hallazgo para evitar profanaciones o saqueos. Extraño, por decir lo menos, considerando que los cuerpos de las víctimas fueron sepultados y medio Linares sabe bastante bien dónde ocurrió el accidente.

Retrocedamos medio siglo. El 3 de abril de 1961, en el cerro Lástimas, se estrella el avión DC-3 de LAN que trae a bordo a buena parte del plantel grincrosino. En el terrible accidente mueren 24 personas: la tripulación, ocho jugadores, el DT Arnaldo Vásquez, dirigentes e incluso la terna arbitral. Todos venían de regreso a Santiago tras un partido por la Copa Chile entre una selección amateur de Osorno y el cuadro “pije”, entonces participante de nuestra Primera División.

Sí, en 1961 Green Cross era sin discusión un equipo santiaguino. Su mudanza al sur recién ocurriría en 1965, cuando aún golpeado por la tragedia se fusionó con el Deportes Temuco original para dar origen al popular Green Cross-Temuco.

Tanto tiempo ha pasado de aquello que muchos hoy se confunden: piensan que Green Cross nació y murió en la Araucanía. De hecho, algunos hinchas desmemoriados reclaman para Temuco el mérito de haber albergado en 1945 al primer campeón provinciano. Nada que ver: ese equipo -formado con descartes de otros clubes por los que nadie daba un peso- era capitalino de tomo y lomo. El límite sur de la Primera División chilena entonces estaba en el Estadio Nacional.

La desaparición del Green Cross es quizás una de las pequeñas tragedias de nuestro fútbol: en 1985, tras un fallido rebautizo como Green Cross-Cautín, su dirigencia decidió que ese nombre en inglés no generaba arraigo alguno en la provincia y lo refundó -de nuevo- como Deportes Temuco.

Según la prensa de la época, ya nadie quería saber nada con el club; su supervivencia dependía de “chilenizar” su nombre, como fue costumbre en provincias durante la dictadura militar. La ecuación, al parecer, no era tan sencilla: curiosamente, Deportes Temuco en general ha caminado a los tumbos y de tanto en tanto surge en el sur la idea de resucitar al recordado cuadro de la cruz verde, símbolo de una época que hoy se añora.

De hecho, cuando hace poco se fusionaron el Unión Temuco y el segundo Deportes Temuco para dar origen a un tercer Deportes Temuco, uno de los nombres que se barajaron para el nuevo equipo fue precisamente Green Cross. Al “Indio Pije” se lo echa de menos.

Al cabo, en la ya larga historia del profesionalismo chileno, Green Cross es el único campeón que ya no existe. Cabe entonces la pregunta sobre qué pasó con su título del ‘45. ¿Se perdió, se heredó?

Si el equipo que representa a Temuco en el fútbol profesional hubiese mantenido el ilustre nombre de su padre, probablemente podría ser considerado en justicia como legítimo sucesor de esos antiguos campeones. Pero eso no pasó: con suerte, su recuerdo pervive en la cruz verde que se esconde en su escudo. Por mencionar un caso similar, nadie en Curicó reclama para sí la historia del pobre Bádminton, que fue a agonizar a la ciudad de las tortas. En Los Ángeles, en cambio, si se recuerda la historia del viejo Iberia de Conchalí, que en parte sienten como suyo porque el club se sigue llamando igual.

Tal vez, entonces, lo más justo sea decir que Green Cross descansa en paz hace 30 largos años y que ya nadie tiene derecho a apropiarse de una historia que voluntariamente decidió sepultar. ¿Dónde diablos está el Green Cross, entonces? Sencillo: está muerto.

Fotos: revista Estadio.

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