Eric Clapton pudo ser uno de aquellos que se fueron a los 27, pegó en el palo un par de veces, pero finalmente el denominado ‘Dios de la Guitarra’ se transformó en un sobreviviente de su historia y de la historia del rock que ha sido letalmente implacable.
Eric Patrick Clapton es un hijo de la mentira y del fragor de una noche, de esas donde el alcohol puede más que la cordura. Creció en una casa donde recién a los nueve años descubrió que a la que el creía su madre, en realidad era su hermana mayor; que se estaba criando en la casa de sus abuelos y que su verdadera madre había escapado de esa maternidad no deseada. Con los años recompondría esa relación con su madre biológica llamada Pat. Niño y adulto retraído encontró refugio en la guitarra, en el rhythm and blues, el rock and roll y el blues; principalmente en el blues donde pudo identificarse con historias de perdedores, engañados y sufridos afroamericanos que llegaron a los oídos correctos. Clapton será la representación blanca de una cultura negra que debió cruzar el Atlántico para ser reconocida en la guitarra de un prodigio que ponía sus fichas para ser como The Beatles o The Rolling Stones.
Clapton no pidió ser un dios, pero sus fanáticos así lo quisieron. No está claro si es el mejor guitarrista de la historia, más discutible aún es si ha sido el más creativo o ingenioso en las seis cuerdas, pero en Eric Clapton vive una de las mejores historias del rock and roll, de esas que incluyen grandes discos, estrepitosas caídas, muchos excesos, grandes cantidades de drogas y una buena dosis de tormentosos amores que inspiraron reconocibles e inmortales canciones en la música popular durante la segunda mitad del siglo XX.
Su carrera ha sido de altos y bajos, con períodos francamente olvidables, especialmente aquella producción ochentera que mostró a un Clapton entregado a los designios de amigos que lo llevaron por pintorescos caminos sonoros, contaminando una rica historia apegada más a la música de raíz negra.
Clapton es una leyenda viviente, hoy más cercano al descanso y la pulcritud diaria. Ha cumplido 70 años y atrás ha quedado el rock and roll en toda la amplia gama que rodea el concepto. Hoy es un buen padre que compra Ferrari, viste ropa hecha en Japón y toca cada vez menos, autodefiniéndose como un “flojo” a la hora de tocar y componer, como señalara a la revista Rolling Stone. Pero está bien, han pasado 70 años y a estas alturas le podemos perdonar todo, porque a final de cuentas, Eric Clapton seguirá siendo un verdadero sobreviviente que salvó gracias a un milagro que lo elevó a esa especial categoría de inmortal de la historia, espacio que está estrictamente reservado para un Dios como Eric Clapton.
Mis 5 discos favoritos y recomendables en el siguiente orden:
From the Cradle (1994): Si quieres aprender a tocar blues, este es el disco.
John Mayall And The Bluesbreakers With Eric Clapton (1966): Limpio, puro y descontaminado, Clapton mostrando su lado más salvaje.
Disraeli Gears (Cream, 1967): Sicodelia de alto vuelo con un trío impasable.
Unplugged (1992): Manual para la guitarra acústica.
Layla And Other Assorted Love Songs (Derek And The Dominos, 1970): Refugiado en seudónimos, Clapton en estado de gracia y con la dosis de sobredosis justa.