Como vimos, el club que representaría a Valdivia en el profesionalismo fue creado de un zuácate junto a sus primos de Osorno y Puerto Montt. En abril de 1983, la Digeder le “sugirió” a la dirigencia central la expansión del fútbol a la Región de Los Lagos; en un par de meses, la Segunda División tenía listos tres nuevos cuadros para sumarse al torneo oficial (que se extendería hasta ¡abril de 1984!).
El Club de Deportes Valdivia nacería así, tan de repente, el 5 de junio de 1983. A su ceremonia de fundación, realizada en el Coliseo Municipal, concurrieron “25 hombres buenos” encabezados por el alcalde, empresarios de la zona y dirigentes de viejos clubes deportivos locales. Sus colores albirrojos los tomó prestados de la bandera valdiviana, a su vez calcada de la enseña borgoñesa de Carlos I de España.
Pese a armar un plantel casi de improviso, casi sólo con jugadores amateurs de la zona, “Los Patos” (apodo que hoy nadie usa) se habituaron pronto a cumplir campañas bastante dignas. Los primeros años les bastaron para mantener la categoría y consolidar los animados clásicos regionales; luego comenzaron a disputar seriamente los primeros puestos.
Y así llegó 1987, cuando “Los Corsarios” (otro apodo efímero) ganaron de cabo a rabo el Grupo Sur de Segunda y lograron en Chillán el soñado ascenso. En ese equipo ya descollaba Pedro “Heidi” González, quizás el principal aporte valdiviano al fútbol chileno. Abajo, una postal de ese triunfo contra Ñublense.
Así, casi sin querer, Valdivia estaba en Primera; de hecho, fue el primero de los tres clubes “australes” en lograrlo.
Situado en medio del Parque Guillermo Harnecker y ampliado a 8 mil localidades con graderías provisorias, el coqueto estadio municipal acogería a llenos totales para ver a los grandes de la capital. Al principio, Valdivia fue una buena plaza.
“Hubo que arreglar el estadio, colocarle techo e instalar las tribunas que están hasta el día de hoy. El público respondió y gracias a lo que hizo el club, la ciudad se potenció deportivamente, en el turismo, el comercio y la hotelería”, recordaba en 2008 el primer secretario del club, Daniel Velásquez.
Durante buena parte del torneo nacional del ‘88 se pensó que los del Calle-Calle estaban irremediablemente condenados al descenso. Al plantel le costaba habituarse a la nueva categoría y hasta bien entrada la segunda rueda era incapaz de salir de la cola. Sin embargo, una notable remontada en la recta final les permitió sumar puntos de oro y al cabo lograron la impensada salvación. Huelga decir que ese apretadísimo campeonato -los 9 últimos puestos terminaron separados por apenas 5 puntitos- selló el recordado descenso de la U.
Contra toda expectativa, Valdivia había obrado el pequeño milagro de mantenerse en Primera en su estreno, algo que tantos cuadros pequeños han sido incapaces. Pero en 1989 todo se fue a las pailas: colista absoluto, retornó a Segunda. Y al año siguiente, en caída libre y último de nuevo, ni siquiera le alcanzó para irse a Tercera: agobiado por las deudas, el club fue disuelto.
En los años 90 vino un desfile de reemplazantes -Deportivo Valdivia, Real Valdivia, Las Ánimas, Regional Valdivia- hasta la refundación del Deportes Valdivia en 2003. Y así la historia continúa, con el club siempre quedando en el camino. Por alguna razón misteriosa, pareciera que el fútbol no quiere nada con Valdivia.
Fotos: revista deporte Total, Deportesvaldivia.cl