“Gana la gente”… Con ese eslogan, y luego de un controvertido episodio interno en la Democracia Cristiana que dejó fuera de carrera a Gabriel Valdés, Patricio Aylwin luchaba en la urnas para llegar a La Moneda. “Gana la gente”. Era la promesa de la Concertación, el triunfo de “la gente”, de lo que antes se llamaba “pueblo” pero que ahora parecía una palabra upelienta del pasado. Y ganó Aylwin, cayó la dictadura y comenzaron los nuevos tiempos. Todo, hace exactos 25 años, un 11 de marzo de 1990.
“Gana la gente”. Se formó un parlamento, terminaron las persecuciones, llegó la libertad a los medios. Se avanzó hacia un nuevo destino. Para muchos, fue un triunfo más bien formal de la democracia porque la esencia de la dictadura con su modelo socio económico, siguió campeando. Y profundizándose, gracias al lavado de imagen hecho por la Concertación. Ganó “la gente”, pero no “el pueblo”. Con el tiempo, fuimos entendiendo la diferencia rotunda entre ambas palabras.
Mientras recordamos estos 25 años, en Chile se vive y se piensa distinto. El aniversario sorprende a la clase política en un remezón importante. La Moneda reacciona ante el escándalo del hijo de la Presidenta, creando consejos de ética para marcar un antes y un después. Echando sin contemplaciones comunicacionales a su jefa de comunicaciones.
Y hoy, el mismo día en que Pinochet entregaba el poder a regañadientes, el presidente de su partido más leal, también cae por un escándalo que marca el fin de un ciclo. Ernesto Silva deja a la UDI sumida en una crisis de poder y dinero, renuncia acorralado por la presión de la justicia y de la opinión pública.
Símbolos de los tiempos. Por eso, el presidente de la Corte Suprema recordó que la principal autoridad del Estado es el pueblo y no, como decía la Concertación, la gente…