En Osorno se jugaba fútbol mucho antes de la llegada del profesionalismo. De hecho, fue tras un partido jugado allá por la Copa Chile que ocurrió la tragedia del Green Cross.
Sin embargo, deberían pasar más de 20 años para que esa selección amateur evolucionara en el Club Deportivo Provincial Osorno. Como ya viéramos, el cuadro fue creado a la carrera gracias a la presión de la Digeder, cuyo proyecto “patriótico y descentralizador” venció la perpetua oposición de la Asociación Central de Fútbol (ACF) a extender su sistema de torneos al sur de Temuco.
Provincial Osorno nació así el 24 de mayo de 1983 en los salones del Club Alemán. Su camiseta azulina aludía a los colores de la bandera de la ciudad; en el centro del escudo destacaba el volcán homónimo (lo del Toro vendría después).
Durante esa primera temporada el nuevo club hizo de local en el pequeño Estadio Bancario, pues el Parque Schott estaba remodelándose para quedar como el único campo chileno en lucir un coqueto “estilo inglés” con sus graderías semitechadas. Formado casi exclusivamente por jugadores de la zona, en su estreno el plantel rindió justo lo suficiente como para zafarse del descenso en una liguilla que condenó a San Antonio y Ñuble Unido (club armado en Chillán para que el viejo Ñublense pudiera escapar de sus acreedores usando el viejo truco de cambiar el nombre del deudor).
En 1984 las cosas no mejoraron para los Toros. Colistas del grupo sur de Segunda junto a Laja y Victoria, debieron haber descendido tras perder un clásico en Valdivia (que los del Torreón celebraron como un título). Sin embargo, la ACF invocó un “acuerdo de caballeros” pactado cuando los tres clubes de la X Región se afiliaron a su estructura: si demostraban ser buenas plazas, “durante 2 o 3 años” tendrían un periodo de gracia que los blindaría de bajar a Tercera. Al cabo, la dirigencia lechera pagó $1 millón y así renovó su permanencia en el fútbol rentado.
Y en efecto, Osorno se había consolidado como buena plaza, con promedios de 4 mil espectadores por partido y multitudes de 13 mil personas en los clásicos contra sus archirrivales de Los Lagos.
Tras los duros años del estreno, los lecheros se afirmaron para convertirse en habituales residentes de la medianía de la tabla. Y así llegó 1990, cuando el equipo ganó la zona sur, la liguilla de ascenso y la final contra Coquimbo Unido.
“Apelo a ustedes, a su alegría de hoy, para que siga siendo la alegría de mañana. Ha sido bueno el respaldo, pero para tener éxito requerimos que sea todavía mayor. Nos han advertido por ahí que podemos vivir el mismo caso de Valdivia, que subió, bajó y ahora ha caído a Tercera. No, amigos. Puedo asegurar que no, porque nosotros somos osorninos y sabremos mantener al club en Primera por mucho tiempo”, proclamó el presidente del club, René Nanning, al recibir en la Plaza de Armas osornina a los jugadores que el 6 de enero de 1991 lograron el ascenso a Primera tras empatar 0 a 0 en San Fernando contra Colchagua.
Pero los malos augurios se cumplieron. El “Provi” duró apenas un año en la elite, incuso menos que los valdivianos. Aunque Osorno subiría de nuevo el 92 y durante esa década claramente fue un “equipo de Primera”, luego bajó bruscamente de pelo y se transformó en un cuadro ascensor que año tras año acumulaba más deudas y menos triunfos.
Y así llegamos hasta hoy, con otro Osorno -que reemplazó al original para saldar sus deudas- relegado al torneo de Tercera B, la quinta división del fútbol chileno. O sea, al final al pobre Toro sí le pasó casi lo mismo que a Valdivia.
Fotos: Todostoros.blogspot.com.