Es una entrevista, digamos, sui generis… Ese sabor deja la primera entrevista que da Natalia Compagnon a dos meses de que estallara el Caso Caval. Atendió a los periodistas del diario La Segunda en la casa de un familiar y protegida por su abogada quien, dice la nota, interrumpió “varias veces” la conversación para advertir que su clienta no podía referirse a temas de la investigación. O sea, una conversación para esclarecer hechos que no se pueden esclarecer, como su relación de negocios con Andrónico Luksic y el mar de incertidumbre que significa Caval y su posible tráfico de influencias, tráfico que desmintió escuetamente.
Aún así, pudimos saber que Natalia Compagnon se declara como “una emprendedora”; que trabaja dentro de la ley, que sus relaciones familiares están bien, incluyendo a su suegra a quien aprovechó de pedir disculpas. La Presidenta, dice, “no sabía” de sus emprendimientos. “Nunca yo le he informado de mis negocios ni de mis cosas, porque lo he hecho de manera profesional e independiente”.
Además, en esta entrevista curiosa y calculada, Natalia Compagnon cree que ha sido discriminada como mujer: “La labor política y de los negocios siempre ha sido encasillada a los hombres –alegó- y yo te puedo decir que me siento un poquitito discriminada. Muchas veces me he preguntado por qué una mujer no puede hacer estas cosas”. Silencios que se rompen con otros silencios. Verdades que parecen sepultarse aún más. Entrevistas para tratar de limpiar el cristal con un paño lleno de grasa…