Estamos a la espera… Quizá por el momento que estamos viviendo; tal vez por el empoderamiento ciudadano que se respira en el aire y en las redes sociales; tal vez porque desde hace décadas que no estaba tanta reforma en juego, el cambio de Gabinete nos tiene a todos en vilo.
¿Hacia dónde se dirigirá este segundo tiempo del Gobierno? Nadie lo sabe. Estamos a la espera, la de saber si la Presidenta le imprimirá nueva fuerza a la ola de transformaciones que prometió en su programa o si sacará el acelerador con nombres más cercanos a la antigua guardia, más proclives al consenso o al statu quo.
La expectativa crece en los patios de La Moneda y se desparrama por el territorio completo. ¿Qué pasará –por ejemplo- en Interior, ese puesto clave que comanda los hilos del poder? Vaya el mensaje que estará puesto en el nombre del próximo jefe de gabinete entendiendo, claro, que Rodrigo Peñailillo es sacado como lo siempre lo quisieron los jerarcas tradicionales de la Concertación.
Y en medio de esto, la Presidenta ha estado armando un puzle nada de fácil, tratando de buscar nombres en un campo minado por las bombas latentes de Soquimich y las presiones fácticas que nacen en sus propias filas, incluso en su propio partido. Claro porque estamos a la espera de un cambio que puede ser más que el de un simple Gabinete…