Crearemos un nuevo canal cultural y educativo de recepción universal… Fue uno de los anuncios que llamó la atención en la pasada cuenta pública de la Presidenta Bachelet, el nacimiento de un medio que se adelante al proceso digital, sin avisos comerciales, gratuito y que sirva –dijo la Mandataria- para «hacer de la televisión un instrumento que dé cuenta de la diversidad cultural y geográfica de Chile».
La idea parece loable pero, ¿estará sintonizada con los tiempos? En medio de la crisis publicitaria y financiera de los canales tradicionales abiertos y la propia debacle de nuestro canal nacional, TVN, el anuncio de tener otro canal abierto parece extemporáneo, más aún cuando la televisión, en el mundo, parece ir hacia otros derroteros tecnológicos.
La semana pasada, por ejemplo, la consultora Deloitte lanzó un estudio con una conclusión histórica en el campo de las comunicaciones de masas: en Estados Unidos la televisión por Internet ya supera a la transmisión por cable.
Según el estudio, a la hora de consumir televisión, la mayoría de los norteamericanos ya prefiere hacerlo a través de internet como un reflejo de la profunda y acelerada transformación que atraviesa el sector audiovisual. Todo a una velocidad asombrosa gracias a la aparición de dispositivos móviles.
Así, empresas como Netflix, Hulu y Amazon, dice Deloitte, amenazan a la posición dominante de los proveedores de televisión por cable y satélite. Es más, ya hay varios que se descuelgan del cable tradicional para ver lo que puntualmente quieren en la red.
La duda, entonces, es cómo estamos entendiendo las comunicaciones que nos integran como Nación; dónde invertimos el dinero de todos los chilenos, en qué plataformas y con qué fines. Ello, para que no tengamos canales del Estado cuyos contenidos no van a llegar a ninguna parte…