Por Héctor Muñoz Tapia
Fotos: Roberto Vergara
En la sesión acústica que nos brindaron para la Ley del Rock, nos quedó claro que se venía algo especial para su residencia de 3 noches en el Teatro Nescafé de las Artes. Un espectáculo cercano, cargado a los instrumentos orgánicos, las guitarras con cuerdas de nylon, un piano de cola, violines y percusiones.
Entrar al teatro de calle Manuel Montt fue lo más parecido a pasar a una casa grande, de esas en la que Los Jaivas se fueron formando como grupo, como músicos y como amigos y familia. Esas casas que albergaban a sus cercanos y que generaba comunidad. Fue precisamente uno de sus amigos y colaboradores, el pintor René Olivares, el encargado de recibir a la banda, que se hizo paso por las puertas del lugar hasta llegar al escenario y dar el inicio a un set de 2 horas y media, cargado a lo más profundo de su obra.
Nadie estaba para los hits ni para las secciones que hemos conocido con distintas formaciones en más de cincuenta años. Este era el momento de rescatar verdaderas joyas, de deleitarse con el arranque de «Tarkada» y «Que O La Tumba Serás», de conmoverse con sus versiones para «Run Run Se Fue Pa’l Norte» y «Valparaíso», de disfrutar de micro canciones como «Bolerito», «Como El Viento» y «El Pasillo Del Cóndor». Todo esto mientras Olivares iba dando forma a una nueva obra mientras pasaban las canciones.
Esta casa de Los Jaivas en el Nescafé de las Artes recibió invitados para «tomar once», como el discípulo Nano Stern, la soprano Maxiel Marchant, una cámara cortesía de agrupación Musicarte y al Coro Orfeo de Santiago. Todos ellos ayudaron a enriquecer piezas queridas como «Indio Hermano», «Un Día De Tus Días», un repaso a las Bachianas Brasileiras y «La Centinela».
Esta era una noche de revisión histórica desde una perspectiva fresca. Es ahí donde se reivindica el lugar de «Ayer Caché», «Elqui» y «Mamalluca», todas con nuevos arreglos. Y por supuesto, la fiesta participativa para ir redondeando la velada con una irrepetible toma para «Amor Americano».
Luego del bis de «Huairuro» y «Marcha Al Interior Del Espíritu», nadie se mueve del teatro y al unísono se escucha el clamor de «todos juntos». La banda sale con todos sus invitados y terminan tocándola, contrario a sus planes originales y sobrecogidos por el cariño del público. Suben amigos, niños, familia, todos para compartir el broche de oro de un concierto que sin duda se nos quedará grabado por un buen tiempo en nuestros corazones. Como Los Jaivas ahora y siempre.