Texto: Jorge Lagás
Fotos: Roberto Vergara
Por años, Extreme ha debido cargar con estigmas y prejuicios porque su canción más conocida (la única, para muchos) es una balada acústica. Mismo síndrome que ha afectado a otras buenas bandas. Pero cualquiera que se haya acercado a escuchar alguno de sus discos se ha dado cuenta del gran talento, a la hora de rockear, del cuarteto encabezado por Nuno Bettencourt y Gary Cherone. Y se constata de mejor forma al verlos en vivo. No habíamos podido comprobarlo en Chile, pero llegaron finalmente para celebrar los 25 años de ‘Pornograffiti’, su disco más exitoso.
La promesa era interpretarlo completo y así partieron, con las revoluciones bien arriba, con ‘Decadence dance’, pasando por otras recordadas canciones como ‘Get the funk out’, ‘Money (In God we trust)’, ‘(It’s a) Monster’, ‘Pornograffiti’, todas a un gran nivel de entrega de la banda, y que hicieron saltar y cantar a los cerca de 600 entusiastas que llegaron al Teatro Cariola. Lo que se robó la atención, por supuesto, fue la performance de Nuno Bettencourt en la guitarra, demostrando ser un fuera de serie en cada una de las técnicas que maneja, en el tono y en cómo conduce todo el show.
Como parte de todo ese despliegue, sonó también el mayor clásico de Extreme, ‘More than words’, cantada a medias entre Gary Cherone y el público, que entonó a todo pulmón uno de los momentos más emotivos y cargados de recuerdos de la jornada. Aparte de ese, hubo también otros espacios para cambiar de ambiente, como en ‘When I first kissed you’, donde adoptaron una onda de club y un atmósfera más jazzera.
La intensidad volvió con otra tanda de canciones arriba del balón, para cerrar el repaso a ‘Pornograffiti’ con ‘Hole hearted’, incrustándole una parte de ‘Crazy little thing called love’ de Queen. Pero venía más en la segunda parte: una ensalada de canciones de sus otros discos, como ‘Kid ego’, de su debut (1989) , ‘Rest in peace’ de ‘III sides to every story’ (1992), ‘Midnight express’ de ‘Waiting for the punchline’ (1995) y ‘Take us alive’, de ‘Saudades de rock’ (2008), para despedirse con ‘Cupid’s dead’ después de más de dos horas de show.
En definitiva, el encuentro que habían esperado por tanto tiempo los seguidores, con un poco de cada etapa y el recuerdo de uno de sus discos fundamentales. Lo malo, el sonido que no estuvo al nivel de lo que estaba dando la banda sobre el escenario. Pero de todos modos se clavó la bandera para reivindicar a un grupo que, si el mundo fuera un lugar justo, sería mucho más valorado.