Por nuestra Primera División no han pasado tantos equipos. Contando a Barnechea, en total son 52. Para citar casos bien cercanos, en Argentina los distintos clubes que han disputado al menos un torneo de la máxima categoría suman 101 en casi los mismos años de fútbol rentado. Y en Perú, durante apenas medio siglo, son 107 (!).
Parece extraño, pero a lo largo de 8 décadas nuestro vilipendiado sistema de torneos luce cierta estabilidad; de hecho, la mayoría de esos 52 clubes sigue existiendo. Ello ha frenado la irrupción de aves de paso que nacen, ascienden rápido, juegan un par de años en la élite y luego se desvanecen.
Uno de los pocos que no logró echar raíces es el olvidado Santiago National Juventus, efímera alianza entre el viejo Santiago National y una “niña bonita”, el Juventus.
Retrocedamos un poco. El Santiago National original, nacido el 10 de abril de 1900 y padre fundador del profesionalismo, alcanzó a jugar los torneos del ‘33 y ‘34 antes de ser reasignado a la División de Honor Amateur (DIVHA). En 1939 regresó a Primera, donde objetivamente dio bote. Su escaso arrastre, “paupérrimas arcas” y pobre rendimiento llevaron a que la dirigencia del fútbol capitalino evaluara que el “Decano” era un lastre para el campeonato. Y entonces decidieron su descenso.
En paralelo surgía en Providencia un club con pretensiones de grandeza. Bautizado Juventus en honor de la “Vecchia Signora” italiana, a contar de enero de 1940 sus acaudalados dueños reclutaron a lo que se describió como “un conglomerado de argentinos” para acreditar su postulación profesional. El medio recibió con una mezcla de extrañeza y entusiasmo este inédito emprendimiento.
Cuando Juventus quiso ocupar el cupo vacante en Primera, la dirigencia central -para variar- se puso creativa. Y en vez de aceptar sin más al nuevo rico, escuchó los ruegos del pobre Santiago National y discurrió la típica solución salomónica: a la fuerza, en abril de 1940 un “pacto de fusión” dio origen al Santiago National Juventus Football Club, más conocido como National-Juventus. Para todos los efectos se trataba de un club nuevo; por eso su nombre aparece entre esos 52 miembros del “club de Primera”.
En la nueva institución mandaba el Juventus: una de las cláusulas de la fusión determinó que su camiseta no fuera la albirroja del National, sino la blanquinegra que homenajeaba al tocayo turinés.
Otra cláusula era mantener en sus estatutos la fecha de fundación del National, lo que les permitiría a los fusionados celebrar ese año 4 décadas de vida. Así los saludó la revista Estadio en la semana de su cumpleaños: “Santiago National es pobre, pero de pobreza plena de decencia deportiva y de juventud permanente. Algunas temporadas más arriba, otras más abajo; siempre en la lucha, pero como estandarte en todo momento su lema: practicar el deporte por el deporte mismo. Antes que ver desaparecer para siempre su bandera, prefirió unir sus fuerzas a una novel institución, el Juventus, que ya contaba con jugadores, en su mayoría argentinos, y con cuyo refuerzo habría de constituirlo, en esa fecha de la fusión, en el cuadro más capacitado de la competencia”.
Al comienzo, el pacto funcionó bien. Ese año consiguieron el tercer puesto, detrás de la U y Audax Italiano. De hecho, los azules celebraron el primer título de su historia precisamente al vencer por 2 a 0 a los listados. Por su cuenta, nunca antes -ni después- Santiago National llegaría tan lejos.
Pero en 1941 la plata se acabó. El National-Juventus perdió a la mayoría de sus refuerzos trasandinos -salvo el crack José María Profetta, a la postre goleador del torneo- y acabó séptimo. El fracaso del proyecto deportivo y la falta de caja detonó la crisis en un matrimonio nunca bien avenido. Así, a fines de año la fusión se deshizo (tal como ocurriría 25 años después con el divorcio de Ferro y Bádminton).
Santiago National nacionalizó su plantel -a excepción de Profetta- y dio lástima en Primera algunos años más; el Juventus FC regresó a la DIVHA y desapareció sin dejar huella alguna en 1944.
Fotos: revista Estadio.