El 28 de diciembre de 1955 una radio capitalina informaba que la Asociación Central de Fútbol (ACF) había ordenado repetir el partido entre la Universidad Católica y Ferrobádminton, que había sentenciado el insólito descenso cruzado. Cundió la sorpresa, pero sólo era una pesada broma de inocentes: irremediablemente, el siguiente torneo la UC lo jugaría en Segunda.
Para demostrar su compromiso con el sistema de ascensos que tanto había costado implantar, la UC dejó en claro que en 1956 jugaría en los potreros. Nadie dudaba que la volvería de inmediato a Primera; “moralmente obligado a poner el hombro”, el plantel se mantuvo casi intacto, incluyendo al veterano “Sapo” Livingstone.
Pero la cruzada de retorno de la UC no fue un trámite. De hecho, sería uno de los campeonatos más disputados que recuerde la historia del fútbol chileno. “Junto a las representaciones de Los Andes, La Calera, Curicó, San Bernardo y Universidad Técnica, estará también La Serena, con toda su arrogancia de potencia en flor. El ascenso tiene más interés que nunca”, decía Estadio antes de la 1ª fecha.
En efecto, ese torneo adquirió inusitado protagonismo. Estadio comenzó a publicar la tabla de posiciones de Segunda -algo que nunca había hecho- y enviados especiales seguían a la UC a provincias. Durante ese año, sólo Colo Colo, la U y Wanderers llevaron más gente a los estadios; de hecho, el borderó total de los cruzados en 1956 fue el mejor de su historia hasta entonces.
“Hubo una época en que el descenso significaba disolución. Iberia, primero, y Universidad Católica, después, han probado lo contrario. La UC, con su tragedia, ha otorgado a una división nueva y en alza el impulso para llegar a la masa. Hace dos años el ascenso era una simple idea; hoy es una realidad que se levanta y crece”.
Pronto quedó claro que el rival a vencer sería el Deportivo La Serena. Los granates fueron punteros durante las 3 ruedas, ganaron sus dos primeros matchs ante la UC y el morbo fue creciendo. “En todas las canchas los hinchas se acercan a las casetas de las radios a preguntar: ¿Hay noticias de La Serena? ¿Cómo va la Católica? ¿Terminó el partido en Curicó?”. Es que el calvario de la UC desató un verdadero fenómeno popular con récords de público y recaudaciones. Bajo el lema “Volveremos”, caravanas de hinchas siguieron a su equipo por medio Chile: nunca los socios cruzados bajaron de mil en los cotejos jugados en provincia.
Así se obró el milagro de la resurrección de un torneo que agonizaba. “A la postre, nadie va a querer que suba UC de nuevo a la División de Honor. Con ella en la competencia, en la primera rueda de 1956 se recaudará más dinero que en todo el campeonato del año pasado. En San Bernardo nunca habían visto tanta gente junta ni tanta plata en un espectáculo deportivo. 4.500 personas -y no más por incapacidad del estadio ferroviario- y ¡medio millón de pesos en boletería!”, evaluaba Julio Martínez.
La foto de arriba grafica esta pasión. Una multitud de 44 mil espectadores -la asistencia más alta del año en todo el fútbol chileno- presenció el viernes 12 de octubre el empate 2 a 2 entre la UC y La Serena por la tercera rueda del Ascenso. Cinco mil hinchas serenenses habían viajado desde el norte “en camiones, trenes y microbuses”; cientos pernoctaron en las plazas durante la noche previa.
Tras ese partido, la ACF evaluó aumentar a 16 el número de participantes en la División de Honor, para que subieran sin más Universidad Católica y La Serena. Al cabo, la idea se desechó. Ambos cuadros terminaron igualados en la tabla general y debieron jugar un desempate en el Nacional. Ganó la UC 3 a 2 y la pesadilla se acabó. “Cuando tribunas y galerías se llenaron de antorchas y de vítores, cuando los hinchas supieron ya que el regreso a primera era una realidad, quizá hayan evocado las aventuras de todo el año. Los viajes, los sinsabores, esos viajes de vuelta a la capital después de una derrota… Cuando se hable de las cosas hermosas de este año, habrá que señalar al hincha de la UC”, cerró JM.
Fotos: revista Estadio.
