En sus primeros años, Rush fue una banda que abrió para varios clásicos del rock, compartiendo espacios con ellos. Una de esas bandas fue Kiss, con quienes hicieron gira juntos, en el momento en que ambos mostraban todo su potencial.
Y por estos días, el baterista Neil Peart recuerda esos días, con un particular punto de vista: “No quiero pasar por encima de ellos, pero me acuerdo de una vez que estaba tranquilamente comiendo en un restaurante pequeño en Kansas, cuando un fanático de Kiss que tenía tatuajes de la Kiss Army se la pasó todo el rato colocando temas de Kiss en el wurlitzer. Este tipo creyó totalmente en la campaña de marketing, y se lo tragó como si fuese una religión. Era como ver a un convertido a la Cienciología”.
Peart agrega que esa arista de Kiss va en contra del purismo musical que a él lo rodeó desde joven: “Se trata de convertirte en tu ídolo. Me dije que nunca traicionaría los valores que tenía a mis 16, nunca venderse ni aceptar lo que me dijeran los demás. Nunca podría aceptar el comprometer mis principios”, asegura.
El músico considera que Kiss y las bandas para las cuales fueron grupo de soporte caían en un mismo vicio: “Los escuchábamos decir las mismas frases al público cada noche. Cosa como ‘esta es la ciudad del rock más grande del mundo’. Era espeluznante. Detesto la deshonestidad cínica”.
Recordemos que a comienzos de agosto, Rush cerró la gira R40, festejando sus 40 años de trayectoria.