Lealtad… es una palabra que ha estado dando vueltas en el panorama político, la lealtad. Al parecer, hay quienes creen que es la virtud que se está quebrantando en las coaliciones y, sobre todo, en la gobiernista Nueva Mayoría donde –según el ex ministro Francisco Vidal- pululan aquellos que son capaces de reflotar en la política ganando buenos titulares de prensa pero… a cambio de guardarse ciertas lealtades en el bolsillo, incluso ante la propia Presidenta.
Pero ¿convive sanamente la lealtad con la política? Para el primer filósofo que conceptualizó el concepto de lealtad, Josiah Royce, el matrimonio es más que difícil. En su libro «La filosofía de la lealtad», de comienzos del siglo XX, Royce define a la lealtad como una virtud primaria, como “el centro de todas las virtudes, el deber central entre todos los deberes».
La lealtad sería, entonces, un principio moral básico y ese principio está conducido por el respeto a una causa. Además, está lealtad debe ser un compromiso voluntario, ajeno a toda coerción.
Al parecer, entre tanto tira y afloja y ante tantos intereses en juego, el campo de las lealtades está difuso en una alianza de Gobierno – como diría Royce- que no da la sensación de tener a sus partidos políticos bajo una gran causa en común…