En la estadística oficial de nuestros torneos profesionales, la Universidad Católica anota dos descensos a Segunda División (1955 y 1973). Pero, en verdad, ha bajado tres veces.
Retrocedamos a 1957. La UC ha regresado a Primera tras un año en los potreros, gracias a su angustiosa victoria en la definición contra el Deportivo La Serena. El objetivo cruzado es pasar una temporada tranquila. No se puede: desfinanciado por la construcción del complejo Santa Rosa de Las Condes, el club es incapaz de armar un plantel que dé el ancho. En ciertos partidos, sus delanteros logran la proeza de no disparar ni una sola vez al arco. A 10 fechas del final es colista y lo acecha el fantasma de su traumático primer descenso.
La prensa define a la UC como un equipo desesperado. Durante el receso de septiembre -casi a modo de “amuleto”- asume la banca José Manuel Moreno, artífice del ya lejano título del ‘49 y quizás el mayor crack que haya jugado alguna vez en Chile. Recién retirado, el argentino hace sus primeras armas como DT con un único objetivo: la salvación. Pero es un reto titánico: “No hay entrenador en el mundo qué pueda lograr grandes cosas sin disponer de material humano que trabajar”, dice Julio Martínez.
Y así llegamos al final del torneo. Una atropellada final le permite a los estudiantiles igualar en la cola con Ferrobádminton y O’Higgins, lo que fuerza la disputa de un triangular de definición en el estadio El Tranque de Viña del Mar. La Católica parte derrotando por la cuenta mínima a Ferro, que días después vence por idéntico marcador a los rancagüinos. A la UC le basta un empate en el match final para salvarse. Pero viene el desastre: con dos autogoles, pierde 4 a 2 contra los celestes y por “goal average” desciende por segunda vez en tres años.
Nadie en ese instante duda que la Católica ha bajado a Segunda. “Es triste que el club de la franja azul nos abandone una vez más… De nuevo la peregrinación a canchas provincianas. Con más experiencia, pero también con un poco de desaliento que antes no existía. ¡Otra vez!”, lamenta Pancho Alsina.
En la casa de estudios algunos proponen abandonar el profesionalismo; una tajante declaración pública acalla los rumores. También se comenta que la Asociación Central de Fútbol estudia ampliar la Primera División a 16 clubes, anulando el descenso cruzado y ascendiendo de oficio a Santiago Morning, vicecampeón de 2ª. En su ceremonia de fin de año, la dirigencia lo descarta.
- M. Moreno dice que quiere quedarse en el Estadio Independencia para devolver al club al sitial que merece: “La amargura del descenso me parece demasiado injusta. Los muchachos no se lo merecían. En fin, paciencia. Estuvimos a punto de salvarnos; todo se nos dio en contra, hasta la aritmética. Pero Universidad Católica es demasiado grande para desmayar”. Sin embargo, para quedarse pide un dineral. Al cabo, a la banca cruzada vuelve por enésima vez el entrenador-periodista Alberto Buccicardi, quien con poquita plata afronta el desafío de armar el plantel para el regreso a Primera. De hecho, alcanza a disputar amistosos en San Bernardo y Curicó, futuros rivales en el Ascenso.
Pero en mayo, a una semana de que comience el torneo, viene el terremoto. Una tardía sentencia administrativa determina el descenso de San Luis de Quillota y reinstala de rebote a la UC en Primera; presiones del gobierno obligan a clausurar los estadios por un par de semanas, lo que le da aire a los cruzados para rearmarse para afrontar otros objetivos. “Buccicardi confía en las caras nuevas; abrirá las puertas a los seleccionados juveniles Barrientos, Collio y Foulloux (sic). De los antiguos tercios, Sergio Livíngstone retorna animoso a su club de siempre”, dice Estadio.
En resumen, la UC bajó en la cancha y pasó casi todo el primer semestre del ‘58 con la mente y el bolsillo enfocados en disputar el torneo de Segunda División: el de 1957 fue un descenso con todas las de la ley, que no se concretó en la práctica sólo porque fue anulado por secretaría.
Fotos: revista Estadio.
