¿Cómo nació este rumor?… Nos referimos a ese que habla de la supuesta renuncia de la Presidenta Bachelet debido, entre otros tópicos, a problemas de salud. Lo desparramaron desde el oficialismo aquellos que no tienen bien claro el concepto de lealtad y también desde la oposición, aquellos como el diputado José Antonio Kast, quien no pareciera así tener claro los tiempos y el decoro de su puesto en democracia. Pero llegó tanta agua al molino, que en un matinal de televisión, la Presidenta tuvo que desmentir el cuchicheo: “Yo sugiero a todo el mundo que no hagan casos de rumores (…) Me parece súper malo para el país que se inventen este tipo de cosas, además con las explicaciones más raras de las razones que yo tendría”, señaló Bachelet y añadió tajante que, “yo voy a cumplir como corresponda, estoy muy comprometida con mi país, quiero a mi país. No veo ninguna razón para renunciar ni quiero renunciar. Serán algunos que quieran que yo renuncie que inventaron el rumor”.
Estemos de acuerdo o no con este Gobierno o con los que vendrán, las reglas de la civilidad nos obligan a respetar plazos, a disentir con claridad o a apoyar con lealtad. Pero esto de sembrar inestabilidad a nuestra democracia tiene en Chile trágicos precedentes. Los rumores son siempre arteros, cobardes. Y estos sobre la renuncia de un Presidente en ejercicio son como bombas lanzadas en la oscuridad, como nuevos Hawker Hunters de la noche…