Editorial de Freddy Stock, martes 10 de noviembre.
¿Dónde está el límite en todo esto?… Nos referimos a la línea donde termina el deseo de transparencia y fiscalización y comienza la caza de brujas, la invasión a la privacidad, el periodismo que linda en el basural. La duda surge luego de que esta tarde, la Agencia Uno publicara imágenes de una conversación privada, via whatsapp, entre el diputado PPD Guillermo Ceroni con otros sujetos, mensajes de alto contenido sexual realizados durante una sesión de la Cámara.
Las fotografías, con sus respectivos mensajes, fueron publicadas por el sitio El Dínamo y ambos medios periodísticos defendieron su derecho a denunciar a aquellos parlamentarios que ocupan sus horas en el hemiciclo para este tipo de faenas. El Dínamo, por ejemplo, señaló que publicó las instantáneas, “tal como publicamos imágenes de parlamentarios durmiendo, viendo videos o haciendo cualquier cosa menos el trabajo para el que fueron elegidos”.
El debate quedó abierto. ¿Hay falta de rigor ético en este caso? ¿Estamos ante una histeria moralista de quienes se creen pontífices que saben separar aguas entre el bien y el mal? Una cosa es velar por el deber cívico pero algo distinto –y peligroso- es entrar frivolidades o en fanatismos morales que conducen a las hogueras, las decapitaciones públicas y las noches de cuchillos largos… Bienvenidos a Palabras sacan Palabras…