Estamos en 1965. La Asociación Central de Fútbol (ACF) lleva años chuteando las postulaciones al profesionalismo de grandes plazas provincianas. Siempre hay un argumento nuevo: que están muy lejos, que el clima es muy lluvioso/muy seco, que sería un crimen desarmar los torneos provinciales.
Sin embargo, la mudanza de Green Cross a Temuco en 1964 ha comprobado que se puede jugar a la pelota lejos de la capital. En Antofagasta y Concepción hay estadios flamantes, enormes y listos para llenarse de hinchas.
Llega diciembre. Se cumple un año desde que clubes de ambas ciudades han sido aceptados en Segunda en la misteriosa calidad de “pendientes”. O sea, tienen un cupo pero no pueden ocuparlo. ¿Qué diablos espera la dirigencia central? Silenciosamente, en los pasillos de la ACF pequeños cuadros capitalinos han logrado imponer como norma la nefasta política de “un club por ciudad” para las expansiones a provincia. La exigencia es partir de cero y fusionar a la mayor cantidad de instituciones locales: para representar a la “comunidad entera” hay que sepultar de las pasiones construidas por clubes de verdad durante décadas.
Desde Concepción, los archirrivales del Lord Cochrane y el Fernández Vial aparecen en Santiago con una idea loca: un rejuntado bautizado tentativamente “Lord Vial” representará en 1966 a la capital del Bío Bío en Segunda. Sin embargo, el proyecto se desmorona con escándalo.
Así lo relata Estadio: “Lo de Concepción fue verdaderamente insólito. Llegado el momento de afianzar sus argumentos, los delegados penquistas comenzaron a discutir entre ellos, a vacilar en sus promesas y a rebatir lo que ellos mismos habían expuesto en la campaña previa. Y salieron a última hora con que la mentada fusión sólo regía para entrar al Ascenso, porque el Lord y el Vial seguirían actuando separadamente en el Regional Penquista”.
La ACF se niega a visar este engendro; agarrados de las mechas, los delegados de ambos clubes regresan al sur sin pan ni pedazo. Pero en paralelo, jugando amistosos contra selecciones extranjeras, se ha estrenado en la nueva cancha de Av. Collao una selección local bautizada como Deportes Concepción, club que aún no existe. Entonces, políticos y empresarios locales comienzan a levantar secretamente su propio proyecto.
Al mismo tiempo, desde el Norte Grande por enésima vez aparece el Unión Bellavista, esta vez con la propuesta de sumar algunos pequeños compañeros de la liga local para fundar el Unión Antofagasta. Pero alguien se les ha adelantado: otro antiguo club, el Portuario Atacama, postula por su cuenta al Ascenso con el supuesto aval de la Asociación de Fútbol de Antofagasta (AFA) y la Empresa Marítima de Chile. Este apoyo estatal garantiza un respaldo financiero que le encanta a la ACF, seducida por el exitoso debut durante ese año en el Ascenso de Huachipato y la CAP.
Habla Estadio: “Exhibe el Portuario Atacama un oficio de la AFA donde se le presenta como único postulante autorizado por ellas para postular a la 2a División. Esta determinación, que nos parece impropia de una entidad para la cual todos sus afiliados deben ser iguales, motivó incluso la renuncia de la mitad del directorio. Parece injusto para una institución como Unión Bellavista, que por su esfuerzo merece mejor respaldo. La postulación de dos clubes de la misma asociación pondrá en peligro la entrada de la ciudad norteña al fútbol profesional”.
Dicho y hecho: en Santiago, delegados de ambos clubes terminan peleando a grito pelado y todo el proyecto parece hundirse. De vuelta al norte, los representantes del Bellavista y el Portuario no quieren verse ni en pintura.
Y así, a los coscachos, termina el penúltimo capítulo de la despelotada gran expansión de nuestro fútbol rentado.