Por Javier Sandoval
No descubriremos recién en estos comentarios las aptitudes que Cerberus ha demostrado a lo largo de su carrera en el death metal local. Ya van más de veinte años en donde han dejado huella, no sólo por trabajos como Ebola (2002), sino que por un sonido, una constancia y un aperraje que han logrado mantener hasta el día de hoy. Aquellos factores son los que el cuarteto santiaguino logra impregnar en Agony of Damnation (Australis, 2015), su tercer disco de larga duración que tiene como principal foco mantener intacta la esencia clásica de la old school bajo un concepto tan oscuro como el sur del mismísimo infierno.
Escuchar el último disco de Cerberus deja ciertas reminiscencias de la La Divina Comedia de Dante Alighieri, principalmente por los temas que aborda: inframundo, purgatorio, almas malditas atormentadas por un temible perro guardián, por mencionar algunos. De principio a fin, Agony of Damnation logra crear un ambiente denso gracias a los primeros minutos “Decimation” y a los uñeteos en “Breath of Damnation”, ambas con una pulcra precisión y velocidad que continúa a lo largo del disco debido al buen desempeño de Claudio Astorga en la batería y Miguel Neira en bajo.
Las diez canciones del tercer LP de Cerberus tienen como tendencia la rapidez y la potencia en clave death metal noventero. Algunos puntos altos, como “Breath of Damnation” e “Impaled on a Cross of Sacrifice” son los encargados de revivir términos como “chacal” o “crudo” y no como un simple cliché de la escena criolla, todo gracias al demoledor sonido y al aura oscura presentada. Otros, como “Damned Soul” y “Excrements of Purgatory”, poseen riff enganchadores, tanto de partida como en los coros. Además, este disco incorpora dos temas pertenecientes originalmente al EP Repulsive Life Forms (1996) como extras: “Testimonial World” y “Real Time”. Pura vieja escuela.
En lo personal “Serpents of the Agony” me voló la cabeza, tanto por sus cambios de ritmo, la técnica mostrada y por la interesante combinación entre las guitarras de Juan Pablo Baquedano y Luis Mery, especialmente al final de ésta. Una verdadera patada en donde ya saben. Otra composición destacable es “Cerberus”, la que grafica perfectamente los argumentos centrales del disco: consistencia de un estilo pulido por el constante ensayo, y buena unión entre la lírica y la musicalización. Para esto último ayuda bastante el juego de voces creado por los graves cánticos de Baquedano y los coros agudos de Neira, donde los primeros pueden ser considerados como el gutural emitido por el torturador de almas y el segundo como los alaridos de los sometidos.
Agony of Damnation es uno de los trabajos más interesantes que ha dejado el death metal nacional en el último tiempo. Sonidos crudos y maduros que demuestran la evolución de una banda que cada día aumenta más sus pergaminos en el circuito. Quizás hubiese sido interesante ver más juegos con los sonidos de ambiente para dosificar la temática infernal, pero sólo es una suposición subjetiva que no alteraría el buen resultado final, ese mismo que logra ser escuchado de manera fluida, sincera y con una potencia que sólo el perro protector del Hades puede generar a través de sus intimidantes rugidos.