Dueño de tus actos, esclavo de tus palabras… El adagio popular es elocuente, hay ciertas frases que una vez que las dices te pueden perseguir hasta la tumba. Peor aún si eres personaje público y, específicamente, si te dedicas a la política. Bien lo sabe, en estos momentos, el ex Presidente brasileño, Luis Ignacio “Lula” da Silva con ese mensaje que dijo en febrero de 1988. “En Brasil es así: cuando un pobre roba, va a la cárcel; pero cuando un rico roba, lo hacen ministro”.
Claro, en esa época Lula era un carismático y combativo diputado de 42 años del Partido de los Trabajadores, una imagen lejana del ex Presidente de hoy que enfrenta una denuncia penal y una petición de prisión preventiva por sus presuntos nexos con la red de corrupción que operó en la estatal Petrobras. Lula, a quien la justicia le frustró su intención de ser principal ministro de la también cuestionada Presidente Dilma Rousseff. De ser ministro, Lula podría tener un fuero que le permite ser juzgado sólo por el Supremo Tribunal Federal, la corte de mayor rango del país. Y no como cualquier ciudadano pobre que, cuando roba, se va a la cárcel…