Hace un par de meses, cuando Transistor anunció que la sinfónica liderada por Amy Andersson vendría a Chile, se sabía que el show sería un éxito, por algo agendaron dos funciones más. Lo que comenzó con Video Games Live hizo hace unos años, no fue casualidad.
El Teatro Cariola (con capacidad para unas 1500 personas) hizo un show emotivo, que duró casi 100 minutos, en el que recorrió varias canciones de los distintos juegos de la histórica saga de Nintendo. El concierto se define en una palabra, emoción.
Fernando Pérez y Alexis del Río, dos amigos que estuvieron en el recital, contentos, afirmaron que “Recordar como niños cuando pasamos los juegos por primera vez, es algo hermoso, de mucha emoción”. Ellos gozaban cuando sonaban canciones como “Suite from Majora’s Mask” y “Prelude ~ The Creation of Hyrule”. Su felicidad fue el reflejo de todos los asistentes.
Las parejas también fueron parte de la fiesta, como Laura Rosales y Bruno Arévalo, quienes encontraron el concierto una “increíble experiencia, fascinante” y “que el “público lo recibió bastante bien”, por lo que esperan que Transistor siga trayendo a grupos que toquen música de videojuegos, como The OneUps o The Megas.
Tal como en muchos conciertos de música de videojuegos, las imágenes de juego eran un derechazo a lo que era disfrutar The Legend of Zelda, largas aventuras mágicas a jugar con Link, el guerrero valiente de traje verde.
También hubo palabras de Shigeru Miyamoto, Eiji Aonuma y Koji Kondo, el principal creador de muchas de las canciones escuchadas en esa noche mágica para muchos.
En relación a lo técnico, ellos sonaron impecables, aunque la acústica del teatro no fue lo mejor, pero la calidad artística de toda la sinfónica es innegable, pero como no soy crítico musical, no se puede ir más allá. Eso sí, lo que no me cautivó fue la luz, el Cariola es muy oscuro.
Al haber un intermedio, muchas personas se fueron del concierto. ¿Por qué? ¿Hacen eso cuando van al estadio a ver a sus equipos? Eso es una falta de respeto a los que están tocando en el escenario, así que para otra vez, piensen en los músicos.
Fuera de esos dos “puntos en contra”, el concierto fue una grata experiencia para los fanáticos y los no tantos, porque nunca es tarde para conocer lo que es una de las grandes sagas de la historia de los videojuegos y como dijo Paulina Aravena, la niña que fue con su padre, “el recorrido que hicieron por todos los juegos fue maravilloso”.