PUNTERO FANTASMA

Bolivia 1963: la copa que Chile podía ganar

Felipe Pumarino |

Hasta 2015, la selección chilena de fútbol no exhibía en sus vitrinas ninguna copa de verdad. Nada: a lo largo de un siglo de competencias, habíamos sido incapaces de ganar un miserable título oficial, ni siquiera un sudamericano juvenil.

La fría estadística indicaba que en el escalafón regional compartíamos la cola con Ecuador y Venezuela. Ninguno de los tres había alcanzado la corona de alguno de los más de 40 campeonatos sudamericanos disputados desde 1916; la pena chilena era más negra, pues fue un entusiasta y disciplinado participante de esos torneos desde su creación.

Jamás, que se sepa, se nos ocurrió organizar un torneo en Chile arreglando todo para ganarlo. Dejando las tripas en la cancha, cuatro veces arañamos la copa, pero siempre -hay que asumirlo- arrugamos al final. Y también tuvimos mala suerte.

Descontando a la actual generación, por lejos la mejor selección que alguna vez vistió la Roja fue aquella que en 1962 conquistó el tercer lugar de nuestro Mundial. Ese notable plantel perfectamente podía aspirar a un título continental. Pero fuimos quemados: si en los años 50 se jugaron siete Sudamericanos, en la década siguiente apenas se disputaron dos.

Y al de 1963 -ese que nos pillaba como potencia sudamericana- no pudimos ir.

Por primera vez el torneo lo organizaría Bolivia. Pero desde 1956, las relaciones entre Santiago y La Paz estaban en extrema tensión debido a la enésima disputa por el río Lauca (que acabaría con la ruptura de relaciones diplomáticas en 1964).

Cuento corto: desde 1961, cuando se asignó la sede, la Asociación Central de Fútbol sabía que no enviaría un representante al 28° Sudamericano. La Federación Boliviana cumplió su parte: derechamente no invitó a Chile a participar del certamen.

Ese campeonato, por cierto, fue poquito más que una pantomima. Al confirmarse que las dos sedes serían La Paz y Cochabamba -y que no se jugaría ningún partido en el llano- en el Atlántico se espantaron. Alérgico a la altura, Uruguay renunció, mientras Brasil y Argentina decidieron no enviar a sus selecciones oficiales. Los trasandinos presentaron a un equipo juvenil; la “verdeamarela” que perdió en el match final contra Bolivia era un rejuntado de jugadores de Belo Horizonte.

En ese contexto, tan irregular, los terceros del mundo claramente hubieran podido aspirar a algo. A Bolivia, como fuera, casi siempre le ganábamos. Por desgracia, esa generación ilustre se quedó sin la posibilidad de matar la mufa que nos perseguiría durante casi un siglo.

Bolivia sumó así su primer y único título. Y durante décadas, en las canchas sudamericana se siguió escuchando el cruel cantito “Chi, chi, chi, le, le, le… ganen algo alguna vez”.

Fotos: historiadelfutbolboliviano.com

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