Por Carlos Albarracín (Dr. Rock & Roll)
Vivir en Santiago es lo más alejado a un bosque encantado, y eso afecta directamente a la manera de expresar nuestras emociones, esas que un grupo de muchachos de Curicó lleva a flor de piel en sus canciones. Un rock honesto con sus raíces, las del paisaje natural que los vio crecer y con vivir intensamente de una manera casi cósmica.
Eso es lo que atrapa de los Kuervos Del Sur, herederos aventajados del legado de Los Jaivas, que desde su irrupción en la escena se convirtieron en la banda más prometedora del rock nacional, y dejaron de serlo, porque finalmente cumplieron, con su disco “El Vuelo Del Pillan”, editado gracias a un crowfunding, como se estilan las cosas en estos tiempos. Financiado por sus propios fans, producido por Pepe Lastarria, quien supo llevar el sonido de la banda a un nivel superior, y con un arte de clase mundial a cargo de Jean Pierre Cabañas (Medu1a), la banda logró volar a la altura que merecía.
Pero faltaba la fiesta de celebración, la presentación en vivo, en un Teatro Cariola lleno, comenzando a la hora señalada. Al primer compás, dos dimos cuenta que iba a ser una noche mágica llena de emociones, esas que te dejan el corazón en la garganta y hasta con alguna lagrima que también quiere asomarse.
El trabajo de luces, de sonido y las gráficas acompañaron el show impecable de la banda. Y escuchar al publico coreando de principio a fin las letras del nuevo disco, que recién se había liberado hace solo un mes, fundido en ese coro, me hizo caer en cuenta de que éramos muchos los que llegamos a esta cita por lo mismo: volver a conectarnos con esa emociones que teníamos guardadas tanto tiempo, pero que siguen ahí, y que gentilmente estos muchachos de Curicó vinieron a despertar con su música, esa que aprieta por dentro para abrirse en una extensa espiral, tal como ellos mismos lo dejan claro en la canción “Enredadera”.
Tras esas 2 horas de entrega y comunión, solo queda agradecer. Tenemos Kuervos Del Sur para rato, creciendo cada día.