Por Rainiero Guerrero, Director de Radio Futuro
Fue una sorpresa, pero de esas agradables, casi como si Dylan fuera chileno y sintiéramos este reconocimiento como algo propio, pero es porque se trata de una figura del rock que ingresa en este selecto grupo de personas que son considerados un aporte a la humanidad; ni más ni menos. Una señal potente y un cambio de paradigmas muy similares a los cambios que propagó Dylan a través de su poesía musicalizada.
No fue casualidad que a principios de los sesentas Robert Allen Zimmerman (Duluth, 1941) fuera abrazado por una corriente de poetas beat que lo hicieron parte de ellos. Allen Gingsberg o Lawrence Ferlingetti, entre otros, sumaron al joven Dylan como el hombre que hizo posible que una poesía exaltada, realista y cruda fuera algo cercano y popular, usando un método que ha sido infalible para la propagación de ideas y mensajes: la música. Dylan ha sido un poeta que canta sus versos, de forma única y trazando caminos que siempre ha dejado viudos y viudas en cada una de sus publicaciones porque Dylan tiene el gran mérito de ser quien es por su independencia, no repetirse y avanzar mientras muchos pedían que se quedara dónde estaba.
A partir de hoy Dylan vive en el mundo de Albert Camus, Jean Paul Sartre (quien rechazó el Nobel), Gabriela Mistral o Pablo Neruda. Pero ¿merece ser parte de este grupo? La respuesta cae sola con otra pregunta ¿por qué no? Bob Dylan es un contador de historias, de relatos cotidianos, sociales y personales, pero que al final del día y hasta nuestros días, siguen siendo historias que crean mundos paralelos, irreales, sinceros e hipócritas a veces.
En 1996 Gordon Ball, profesor dedicado al estudio de la poesía de Allen Gingsberg y otros de la generación beat, fue el primero en oficiar una carta al comité de la Fundación Nobel levantando la candidatura de Bob Dylan al Premio Nobel de Literatura, aludiendo que en su definición la Fundación señalaba que el premio irá dirigido a “las más excepcionales e… idealistas tendencias, siendo un importante beneficio para la humanidad, en todos los campos”, sumando que en 2007 la Fundación Nobel se refirió a la Literatura no sólo a los best sellers, si no también, “aquellas obras que por su virtud, estilo o forma poseen un valor literario”.
20 años después el pedido se hizo realidad y lo celebramos porque por primera vez el rock, de guitarra y canto se hace merecedor de un reconocimiento que premia a un artista y al mismo tiempo, a una generación que en parte, cambió el mundo y Dylan, fue motor fundamental de ese cambio.