Michael J. Fox tenía 29 años cuando le fue detectada la enfermedad de Parkinson. Los doctores le aseguraron que su carrera profesional no se alargaría más allá de la siguiente década debido a los síntomas de una enfermedad que se intensificarían progresivamente con el paso del tiempo.
Sin embargo, a pesar del severo diagnóstico, el actor mantuvo oculta su enfermedad por siete años y no paró de aceptar trabajos por temor a no poder hacerlo en un futuro que entonces creía cercano.
En una reciente entrevista, contó: «Me diagnosticaron Parkinson hace 25 años, y se suponía que solo iba a poder trabajar otros diez años. A estas alturas ya debería ser prácticamente discapacitado, pero la realidad no podría ser más distinta. La situación no podría ponerse peor, y aun así todavía puedo ir al supermercado».
También asegura que los temblores causados por la enfermedad ya no son tan fuertes como antes: «Mi mayor desafío ahora es mantener el equilibrio. Puede resultar complicado porque cuando te has caído ya un par de veces a los 55, te das cuenta de que ya no tienes 25».