MALDITO ROCK AND ROLL

“Rogue One: A Star Wars Story”: la Fuerza está con nosotros

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El saldo de un hito dentro de un universo lleno de fe.

Por Héctor Muñoz Tapia

Son tiempos maravillosos para todos los somos devotos de “Star Wars”. Desde el año pasado, tendremos por un buen período una película por año, y muchas más posibilidades para seguirnos maravillando con un universo que, como pudimos comprobar esta semana, nos tiene grandes sorpresas en esas historias que no son parte de la saga de episodios.

Tan solo con este antecedente, “Rogue One: A Star Wars Story”, el primer spin off de la saga, gana bastante incluso antes de verla. Un relato basado en los primeros dos párrafos del prólogo del Episodio IV, “Una Nueva Esperanza”, los rebeldes que le dieron su primera victoria a la Alianza al robar los planos de la Estrella de la Muerte, es un reto por donde se le mire. Sabemos cómo termina ese viaje, lo importante es enterarnos de cómo se llegó. Y en esto, el director Gareth Edwards (“Monsters”, “Godzilla”) inyectó una buena dosis de cinematografía pura. Las 2 horas y 13 minutos que dura la cinta son un deleite visual, una guerra puesta en pantalla, una guerra intergaláctica como nunca la habíamos visto.

En “Rogue One” no hay mucho momento para la distensión. Todo está a punto de caer frente a un Imperio que hasta ese minuto no conoce de derrotas. Acá no hay Skywalkers, Jedis ni un Emperador. La épica baja a la calle, a los que tienen que vivir bajo un régimen opresor. Los personajes que nos trae la película no nos muestran héroes o villanos absolutos. Vemos seres con matices, con zonas de grises, que han tenido que lidiar con la locura y con un destino que no ve la luz por ninguna parte. La historia familiar de Jyn Erso (Felicity Jones) podría ser la nuestra, así también la de Cassian Andor (Diego Luna), Chirrut Îmwe (Donnie Yen), Bodhi Rook (Riz Ahmed) o Baze Malbus (Jiang Wen). El grupo de rebeldes que se embarca en una aventura imposible empujados por sus propias circunstancias. Un bien mayor que no conoce de protagonismos. Uno más en el engranaje galáctico, con la Fuerza como un mantra que invocamos a pura fe.

Además de esos personajes nuevos llenos de matices de humanidad, uno de los aspectos en los que “Rogue One” triunfa en el universo de “Star Wars” es el del guiño bien puesto para los fans. No es parafernalia ni menciones para la galería. Muchas de las cosas que nos presenta están integradas en la historia, desde cameos aplaudidos hasta “easter eggs” que cualquiera que esté al tanto del universo completo creado por George Lucas va a reconocer y abrazar de inmediato. La película nos hace cariño en nuestros recuerdos sin desviar el foco principal del relato, uno que se toma su tiempo en establecer las motivaciones de sus personajes, y que nos recompensa con quizás el mejor arco final de todas las películas de la saga.

“Rogue One” nos quita el aliento, nos remece y retrata de forma perfecta nuestra era, la del desencanto y el avance de tiempos oscuros, que piden urgentemente un halo de esperanza. Esa que llega aunque demore, con la entrega de nuestra voluntad y nuestro sacrificio. La Fuerza está con nosotros. Hay que creerlo.


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