¿Jyn Erso como líder de una rebelión contra el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, y sus seguidores? Para los fanáticos de la saga de «Star Wars» que desde esta semana van a los cines para ver «Rogue One: A Star Wars Story«, esta confusión entre su mundo de ficción y el actual contexto político puede sonar a sacrilegio. O al menos a broma pesada.
Pero la realidad es que seguidores de Donald Trump lanzaron en internet la campaña#DumpStarWars con la que llaman al boicot de «Rogue One: una historia de Star Wars».
¿Dónde está la ofensa? Un artículo de la BBC analiza los puntos…
Nervios a flor de piel
Que la polarización en Estados Unidos haya llegado hasta la saga intergaláctica parece absurdo. Pero de alguna manera refleja la tensión que sigue a flor de piel tras las elecciones presidenciales del pasado martes 8 de noviembre, a la que el mundo del espectáculo no es inmune.
Antes de continuar con la polémica, hay que recordar cuál es el argumento principal de «Rogue One»: la historia de una rebelión contra un gobierno totalitario o de cómo una guerrilla de combatientes se levanta contra las tropas uniformadas del Imperio y contra el brutal dictador al que sirven.
La película presenta al Imperio como un militarista estado policial en su estilo más brutal que quiere suprimir a los disidentes con su nueva «super arma», la Estrella de la Muerte, que Jyn Erso y su equipo intentan sabotear.
Todos estos elementos (el Imperio, los saboteadores, la Estrella de la Muerte, el villano Dath Vader) aparecían en el filme original de la saga, de 1977, y en ningún momento ningún directivo del estudio tuvo que asegurarle a la audiencia que la película no era política. Pero 2016 es diferente.
¿Organización supremacista?
Esta pequeña tormenta fue iniciada por un tuit ahora borrado en el que, tras la victoria electoral de Trump, el guionista de «Rogue One» Chris Weitz, calificó al Imperio como «una organización (humana) supremacista blanca». Su colega Gary Whitta, también guionista de la película, respondió: «A la que se le opone un grupo multicultural liderado por valientes mujeres».
Además, en los días posteriores a las elecciones, ambos guionistas cambiaron sus fotos de perfil de Twitter y las sustituyeron por el logo de la Alianza Rebelde con un imperdible de seguridad, un símbolo que refleja apoyo a las minorías.
Posteriormente, Weitz se disculpó por «conectar una inocente obra de ocio con la fea política» pero la controversia creció porque Jack Posobiec, de la organización Ciudadanos por Trump, difundió el falso rumor de que «Rogue One» se había reescrito para añadir escenas «contra Trump».
El escándalo resultante fue suficiente para que surgieran desmentidos de Weitz y del director ejecutivo de Disney, Bob Iger. «Honestamente, esta es una película que el mundo debe disfrutar. No es una película que sea, en ninguna manera, política. No hay declaraciones políticas en ella, en absoluto.Creo que toda esta historia se ha exagerado y, para ser sincero, es una tontería», le dijo Iger a la publicación The Hollywood Reporter el pasado fin de semana.
Contenido político
Las explicaciones de Iger, en lugar de calmar el revuelo provocado, no hizo más que ensalzarlo al dar lugar a numerosos análisis publicados en los medios estadounidenses a lo largo de esta semana.
En una columna publicada en The Atlantic, David Sims recuerda que «Star Wars» ha tenido una inspiración política desde sus comienzos: la película original de 1977 tenía claras referencias a la guerra de Vietnam, y el propio George Lucas explicó que el Imperio está inspirado en la Alemania nazi en un comentario en la versión de DVD de «El Imperio contraataca«.
Además, escribe Sims, Lucas fue claro sobre los paralelismos entre otra de las películas de la saga, «La venganza de los Sith» de 2005, y la guerra de Irak del entonces presidente de EE.UU. George W. Bush. En aquel momento también se habló de boicot pero la película fue un gran éxito como todas las entregas de la saga. «El boicot no es preocupante, ‘Rogue One’ generará millones de dólares en su primera semana. Pero es el giro hacia lo apolítico, esta necesidad de distanciarse de la política que muestra Iger, lo que es deprimente», sentencia.
El ejército proTrump en Twitter
Donald Trump tiene 17 millones de seguidores en Twitter. Entre ellos hay un grupo de partidarios muy elocuentes que a menudo lo defienden y rápidamente denigran a aquellos que se oponen a él o lo critican.
En este sentido, #DumpStarWars es sólo la última de una serie de campañas lanzadas por ellos en internet. En las últimas semanas, ha habido peticiones para boicotear a la empresa de cereales Kelloggs, a Starbucks y al musical Hamilton, por ejemplo.
Como apuntaba David Sims, probablemente el boicot no tenga ningún efecto sobre las ganancias de la cinta, pero le ha dado una lectura política al filme que va más allá del mero espectáculo de un blockbuster cualquiera.