Por Felipe Pumarino
Cada cierto tiempo, la leyenda resurge: en 1945, Colo Colo debió irse al descenso tras acabar 11° entre 12 equipos. Gracias a un golpe de escritorio, la dirigencia central se habría confabulado para salvar a los populares albos -y de paso a Bádminton, colista absoluto- de la ignominia de caer a los potreros.
¿Es cierta esa historia? Por suerte, existen datos concretos para aclararlo. De partida, no cabe duda de que ese año Colo Colo cumplió una campaña paupérrima, la peor que registra su paso ininterrumpido por Primera División desde que en Chile se instauró el profesionalismo. El cuadro albo, que había sido campeón el año previo, se despotenció por lesiones, retiros y la partida de varios jugadores emblemas que fueron vendidos con la idea de hacer caja para concretar el gran anhelo institucional: construir de una buena vez el estadio propio.
En la cancha, el equipo dio bote desde el inicio y acabó la primera rueda con míseros 7 puntos, empatado en la cola con el agonizante Bádminton. Tras cada derrota, enfurecidos hinchas albos se acostumbraron a despedir al plantel con insultos, monedas, frutas de la estación y vulgares camotazos. Las tribunas comenzaron a vaciarse e incluso se contempló el triste espectáculo de iracundos socios rompiendo sus carnets frente a la sede social de calle San Pablo.
Así lo resumía revista Estadio: “El colapso de Colo Colo ha trascendido y en todas partes se comenta su situación actual dentro del campeonato de la Asociación Central. Hay que hacer algo, dicen en todas partes, pero nadie indica qué será lo que se debe hacer. Y el problema queda sin solución, abrumador y desesperante. Colo Colo tiene parciales fieles y responde a un aliento muy grande en los tablones populares. Son sus socios, son sus hinchas los que, en la dura hora de la derrota, están obligados a mantenerse firmes en los puestos de combate, alentando a los suyos sin desalientos, hasta que llegue la hora de la rehabilitación”.
En efecto, la segunda rueda ofreció algo de alivio a la parcialidad. No fue una campaña brillante, pero a largas 4 fechas del final -precisamente tras vencer al “Rodillo” badmintino- Colo Colo ya estaba completamente a salvo del descenso. “Ahora ganamos y nos aplauden, ahora son todos colocolinos; pero antes, cuando más necesitábamos de su estímulo, nos abandonaron”, protestaba José Pastenes, veterano back albo. Semanas después, el cuadro albo incluso se dio el gustito de derrotar a quienes serían a la postre campeones de ese extraño torneo: los «pijes” del Green Cross (abajo, una imagen de ese match jugado ante 25.000 espectadores en el Nacional).
En diciembre, acabado el certamen, el presidente colocolino Róbinson Álvarez anunció que el año de penurias tendría recompensa. Los ahorros del ‘45 habían generado fondos suficientes para comenzar a erigir un estadio de lujo. “La sociedad constructora sólo espera la designación de dos o tres terrenos para comenzar las obras. Tendremos canchas de fútbol y atletismo; plazas de juegos y parques de recreaciones para solaz de nuestros asociados. En nuestra sede contaremos con amplios salones y bibliotecas. Seremos, por fin, un verdadero club antes que unos miles de fanáticos que siguen las evoluciones de un equipo de fútbol”, aseguró.
Dejémoslo claro entonces: en 1945, de acuerdo a las bases del campeonato profesional, sólo el colista corría el riesgo de bajar a la División de Honor Amateur; antes, claro, debía perder un partido de desempate con el campeón de ese torneo que de “ascenso” tenía sólo el nombre. Por cierto, Bádminton jugó esa promoción frente al Bernardo O’Higgins, el equipo del gremio microbusero: con angustia, los aurinegros lograron mantenerse en Primera.
Entonces, volviendo a la pregunta del inicio: ¿Colo Colo debió reglamentariamente descender al acabar como subcolista el ‘45? La respuesta es simple: no.
Fotos: revista Estadio.