Por Jorge I. Lagás
Fotos: Producción Festival Rock Río Simpson
Dentro de la variada oferta de festivales de verano en Chile, uno de los que más se salen de lo común es el Rock Río Simpson, en las afueras de Coyhaique, región de Aysén, en la Patagonia. Nos dijimos “por qué no estar ahí esta vez”, aceptamos la invitación para ir conocerlo y se envió a quien escribe estas líneas, para salir de la inercia y la modorra capitalina y constituirse el sábado 18 de febrero en el centro de eventos El Conejo, a orillas del río Simpson y con la imponente figura del cerro Mackay de fondo.
Un mini paraíso patagón al aire libre, con mucho verde y un aire puro que, como santiaguino acostumbrado a respirar asquerosidad todo el año, realmente se aprecia como una bendición. La cita se convierte así en mucho más que una tocata de bandas. El término “experiencia” está muy manoseado, pero sí, es toda una experiencia donde la inmersión en la naturaleza juega un rol fundamental. Había lluvia, pero no importó, el sur es así, el agua se recibe y no mata a nadie.
Otro gran protagonista es el factor humano: una de las cosas que persigue la organización es promover la amistad entre las personas que lleguen y que disfruten las personas de todas las edades, desde guaguas hasta veteranos. Y es verdad: se conoce gente, se generan cosas, se arma una mística especial. A eso ayudan los estímulos como los stands de cervezas artesanales, la comida típica y los shows circenses entre cada número musical, de la compañía de circo teatro Circosofos, que a su destreza en las acrobacias suman un desopilante sentido del humor que tenía a todos con ataque de risa.
Eso respecto al entorno. En cuanto a la música, ya viene el detalle de las bandas, pero antes hay que decir que fue una sorpresa encontrar, en prácticamente todas ellas, un nivel musical realmente destacable. Una cosa es el lugar maravilloso donde nos encontrábamos, pero afortunadamente esto es complementado con propuestas interesantes sobre el escenario, por parte de grupos jóvenes, de calidad profesional, que suenan bien y aunque todavía no son muy conocidos masivamente a nivel país, han desarrollado algo novedoso y sólido, desde una ciudad que por lo general no está en el radar de los que vivimos en el centralismo (es necesario hacer un mea culpa), como Coyhaique. De ahí es la mayoría, otros son de Valdivia y Chillán, todos con próximos o recientes lanzamientos, a los que hay que poner ojo y oreja. Todo depende de que el público tenga la voluntad de escuchar e ir a ver lo que se está haciendo desde distintos lugares de nuestro país. No todo son los grandes festivales con bandas de moda o con los mismos de siempre, no todo es el Estadio Nacional. El rock (y cualquier estilo, en realidad) también se vive y se hace a pulso en cada tocata, por pequeña que sea, y en festivales como este, hechos con nada más que las ganas de mostrar música con la identidad de una región.
Ahora sí:
LAS BANDAS
Se distribuyeron en dos escenarios, uno principal con ocho bandas y otro más pequeño e íntimo destinado a cinco artistas, que se escuchaban únicamente con audífonos. Uno entraba a esa carpa, veía gente tocando pero no se escuchaba nada, había que ponerse audífonos para hacerlo (al estilo de Metallica en la Antártida). Interesante. En el escenario principal, vimos a:
AVIZMO, fueron los encargados de abrir los fuegos, son de Coyhaique, llevan varios años tocando y ofrecen una mezcla de rock, ska y otros estilos, capaces de pasar de riffs durísimos a ritmos de cumbia, todo con letras muy directas. Nos anticiparon que en los próximos meses sacarán su primer disco. Pueden escuchar algo de ellos acá.
MAHINDRA PROJECT tiene una propuesta más ligada a la fusión, con toques más jazzeros y acid funk, como les gusta a ellos llamarlo. Cabe destacar el nivel de producción del evento que hacía que las bandas sonaran impecables, Mahindra Project fue una gran muestra de eso. Están promocionando su disco “Telequinesia” y pueden escucharlo acá.
PAR DE CHOCOS es de los que más está dando que hablar dentro de la música de Coyhaique por su fluida mezcla de soul, funk, reggae y ritmos latinos, que refrendaron con propiedad en este escenario. Sus constantes presentaciones los han afiatado en plena campaña de promoción de su disco, pueden escucharlos acá.
IRAZOQUI fue el primer grupo de la jornada que no era de Coyhaique. Son de Santiago y tienen un disco debut fresquito que acaban de lanzar, fueron la apuesta más hard rockera y pesada de toda la jornada, con el acento puesto en los potentes riffs y con canciones en inglés y español. Deberían agarrar más vuelo a medida que vayan puliéndose en futuras presentaciones. Pueden descargar su música en su sitio web.
JARUKI tiene un estilo que ellos definen como pop rock fusión, que por supuesto es una acepción bastante mezquina a la hora de escuchar la amplia mezcla que hacen, incorporando elementos de diversas corrientes. Y logrando sacar adelante un sonido que ya se quisieran varias bandas internacionales. Escúchenlos acá.
FERNANDO FLORES, solista de Chillán, se hizo acompañar de su banda para ofrecer su música rock sin muchos apellidos. Por momentos muestra influencias del rock de raíz que por estos días hacen bandas como Kuervos del Sur. Fernando es un buen cantante y ha mostrado su talento en bandas de corte más progresivo. Su disco se llama “La ruta” y lo pueden oír por acá.
A esas alturas, la lluvia ya estaba complicando el desarrollo de los shows, así que los últimos números tocaron dentro del restaurant. Eso le dio otro toque, porque por las características del espacio, estaban con la gente encima y se armó una energía muy especial. Primero lo hizo el grupo DUNAMIS, que habían quedado pendientes de la carpa con audífonos, y ofrecieron su agradable propuesta marcada por el funk y el soul.
Llegó el turno de FUMA & BAILA, provenientes de Valdivia, que tienen ya varios años tocando y han recorrido muchos escenarios. Esta vez demostraron por qué su show es un imperdible dentro del circuito nacional: liberan una fuerza hipnótica y contagiosa ante la que no se puede quedar indiferente, aunque sus bases no sean precisamente “rockeras”, da lo mismo, hay que mover a la gente y estos tipos lo logran. El vocalista Tagore es todo un personaje y un show aparte, en general la banda es un bombazo donde la pongan, si se los topan por ahí no pierdan la oportunidad. Tienen material de estudio pero la experiencia en vivo es totalmente diferente.
El cierre quedó para el grupo LOBOS MARINOS, uno de los créditos y nuevas sensaciones de la escena de Coyhaique, un power trío con una energía y un fiato asombrosos, que aprovechó bien el hecho de que Fuma & Baila les haya dejado al público “calentito” y volvieron a mover a la gente con un estilo difícil de clasificar, mezcla de rock, pop, ritmos para bailar, saltar, moverse, gritar. Con interesantes letras y un aire de frescura que se agradece, cuando a estas alturas uno ha visto a tantas bandas y ya cuesta diferenciar entre ellas.
Nos dieron así las 2 de la mañana y se acabó el Festival Rock Río Simpson 2017. Si tienen la oportunidad de ir el próximo verano, aprovéchenla. Para los de la zona centro, parece lejos, pero está a 2 horas en avión y siempre hay ofertas para viajar, además no solamente van a eso, pueden pasar varios días en Coyhaique y alrededores, hay varios atractivos y pasan muchas cosas, de hecho el mismo día habían otros eventos y festivales en otros lugares de la ciudad, además de una saludable vida nocturna, que sabemos que le gusta poco a nuestros lectores. La invitación está hecha para futuros encuentros.
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