NO LES FALTA ROCK

Mon Laferte, la más fuerte de todas

Por Héctor Muñoz Tapia

Además de estar pendientes de los problemas con el suministro del agua tras el aluvión que afectó la zona precordillerana de la Región Metropolitana, la noche del sábado el país se paralizó completo a las 2 de la mañana viendo el triunfo de Mon Laferte sobre el escenario de la Quinta Vergara, en la última jornada del festival de Viña del Mar de este año. No era para menos. Un huracán pasó por nuestros sentidos, estilos y colores.

Para los que estábamos enterados hace un rato de la calidad del trabajo de la artista que reinventó su vida y su carrera desde México, algo intuíamos de lo que iba a pasar. Es cosa de revisar el archivo del set que hizo en la Cumbre del Rock Chileno de enero. Pero una cosa es hacer proyecciones y la otra es presenciar frente a tus ojos la energía desatada por esta chica que se te hace familiar y una novedad al mismo tiempo.

Ese huracán llamado Mon Laferte ya lo habíamos leído cuando desapareció de su vida anterior y tuvo que pasar por mucho para armarse lejos de casa. Sacudirse los ropajes viejos, tomar una guitarra y empezar a escribir desde las emociones. Decirlo es fácil, pero hacerlo cuesta una eternidad. Esto no es fácil, y menos cuando te han quitado todo. Y cuando no tienes nada que perder, en la apuesta puedes conseguirlo todo y bajo tus propios términos. Nada de llorar, simplemente hacer lo que tienes que hacer.

Su voz llenó cada rincón del lugar desde el primer momento y el público ya pedía gaviota durante la primera canción. Mon Laferte tomó guitarras, se movió con el micrófono y motivó a seguirla en cada paso que dio en la Quinta Vergara de su ciudad natal. Volvió a casa, más grande que nunca, más fuerte. La misma fortaleza que la hizo tomar posturas en medio de todo el circo que se genera alrededor del certamen. Desde la gala hasta el día a día, mostró disidencia sin perder la compostura. Con elegancia, esa que escasea bastante por estos lados.

Hubo llanto, sonrisas, aplausos, fervor en esos 60 minutos de una madrugada de sábado para domingo, donde no importó la farándula ni las tendencias de turno. Solo quedaba la conexión esencial que dan la música y los sentimientos. El momento mágico que ocurre cuando alguien se entrega por completo y sintoniza de forma total con el público. El lenguaje universal en su expresión más cruda y sincera. Ahí no hubo poses, solo una honestidad brutal que casi nadie tiene.

Hay que atesorarla. Escucharla y hacerla parte de nuestras vidas. Mon Laferte, eres la más fuerte de todas.


Contenido patrocinado

Compartir