A mediados de 1949, los peloteros criollos se llevaron una sorpresita. Sin que nadie se hubiese dado cuenta antes, desde hacía un par de temporadas dos chilenos eran titulares en la prestigiosa liga inglesa, juzgada por muchos como la mejor del planeta.
Se trataba de los hermanos Robledo Oliver: Eduardo (llamado “Ted” por la prensa británica) y Jorge (“George”, un año menor).
Su historia es conocida: nacidos en Iquique de papá chileno y mamá inglesa, antes de entrar al colegio habían emigrado junto al familión a Yorkshire en búsqueda de mejores oportunidades. Allá se criaron, aprendieron el idioma y obtuvieron la nacionalidad británica. Entraron juntos a las divisiones inferiores del Barnsley, donde George la descosió; luego, como paquete, ambos fueron transferidos al popular Newcastle. Para estos muchachos, Chile era poco más que un recuerdo fantasmal.
Lo que se conoce poco es cómo diablos los chilenos supimos de la existencia de los Robledo. En verdad, fue casi casual. La primicia la trajo Carlos Guerrero, Don Pampa, también iquiqueño.
Así lo relató en las “Migajas” de revista Estadio: “En el equipo británico de fútbol ‘New Castle’, que efectuó recientemente una gira por Norteamérica, actúan dos jugadores chilenos, los hermanos Robledo, nacidos en Iquique. Se fueron a radicar a Inglaterra cuando eran sólo guaguas. Pedro Fornazzari, cronista deportivo de la capital, andaba en EE.UU. en esa misma fecha y fué a ver jugar a los ingleses, y en cuanto terminó el match se metió en los camarines para saludar a sus conterráneos y compatriotas. Se llevó una gran sorpresa, pues los Robledo no sabían una palabra de castellano, y no se emocionaron cuando les nombró Iquique. Nada sabían de Iquique, nada recordaban, ni pudieron ubicar la tierra que los vio nacer. ¡Qué tremenda irreverencia! ¿No es cierto? Claro que después se supo la razón de esa actitud. Fornazzari, en su inglés machacado, les hablaba de Aicuaique. Y por eso los Robledo no entendieron ni se acordaron de Iquique”.
La curiosa historia de los “chilenos gringos” quedó dando vueltas. Durante meses, ni siquiera hubo alguna foto que sirviera para ponerles un rostro a los Robledo. Pero un buen día, a alguien se le ocurrió chequear las estadísticas de la Primera División inglesa: Jorge se había cansado de meter goles, llevando incluso al Newcastle a ganar la FA Cup.
La prensa chilena, por fin, captó las dimensiones de este verdadero milagro: de la nada, nuestra opaca selección nacional tenía a su entera disposición a un goleador de categoría mundial.
La Asociación Central de Fútbol comenzó entonces desesperadas gestiones para repatriar al crack (y a su hermano mayor, de pasadita). Y así, casi 20 años después de embarcarse en Iquique, en mayo de 1950 “George” Robledo volvió a pisar tierra chilena para -ni más ni menos- ponerse la camiseta roja y hacer su estreno por la selección con miras al Mundial de Brasil.
El goleador, por cierto, seguía sin hablar ni jota de español. Para el hincha, eso lo volvía incluso más atractivo: su llegada marcó uno de los primeros grandes fenómenos de masas asociados a un futbolista chileno. Eso ya lo veremos.
Fotos: revista Estadio.