Llegados los años 70, el nuevo “mapa del poder” del fútbol chileno era similar al que pervive hasta hoy. Colo Colo mantenía el trono del club más popular que ostentaba desde su nacimiento. Completaban el podio la U. de Chile y la UC; harto más atrás venían la Unión Española, Wanderers, Everton y algún provinciano de turno.
La “revolución universitaria” que supuso la década de los 60 para nuestro fútbol había dejado varios damnificados. El caso más obvio fue el de Audax Italiano.
Pocos lo recuerdan hoy, pero Audax fue un club muy grande. A mediados de la década de los 50, se acomodaron detrás de los albos como el segundo equipo más popular de Chile. Con su plantel chilenizado y una docena de exitosas ramas deportivas, dejaron de ser sólo representantes de los inmigrantes italianos para acoger a miles de hinchas que los adoptaron como favoritos. Incluso se daban el lujo de jugar dos grandes clásicos: el “criollo” contra Colo Colo y el “de las colonias” contra Unión Española.
Ese inesperado romance del Audax con la galería duró pocazo. ¿La explicación? Simple: las universidades dejaron de ser comparsas para convertirse en potencias; desde su cuarta corona de 1957, los verdes de la calle Lira derechamente dejaron de pelear títulos. Un par de décadas después, no era difícil encontrar a viejos hinchas audinos que se sumaban al bando del recién nacido Cobreloa para disfrutar de nuevo de la ilusión de ganar algo.
A 40 años del nacimiento del profesionalismo, igual Audax Italiano podía presumir con orgullo de ser el único club chileno -junto a Colo Colo- que había disputado todos los torneos de Primera. Esa estadística se hizo pedazos en 1971.
Nada le funcionó ese año a los pobres “bachichas”. A una primera rueda espantosa le siguió una paulatina recuperación que le permitió terminar compartiendo la cola con Lota Schwager. El único descenso se decidiría en un partido de definición a jugarse en la neutral Talca. A estadio lleno, los del carbón ganaron 2 a 1 y sentenciaron la inédita caída de Audax a Segunda.
En menos de 15 años, un club grande y ganador se había encogido a su mínima expresión. Renato González, alias Pancho Alsina, resumió en pocos párrafos la pena negra que sintieron los futboleros de verdad al contemplar el ocaso de un viejo amigo. “Amargo destino para una institución que ha sido -y que sigue siéndolo- grande en el deporte nuestro. ¿Cómo olvidar aquellos años de la Liga Metropolitana y la Asociación Santiago? Pasaron los años y se confunden los nombres y las fechas. Se enredan los grandes equipos de Audax Italiano que, en sus momentos más brillantes, llegó a formar la mitad de la Selección Nacional. (…) A veces el Audax perdía por tres a cero, y, en los instantes finales del match, ganaba por cuatro a tres. Se hizo famoso y temible ese cuarto de hora del Audax”.
“No puede morir Audax Italiano”, proclamaba el viejo cronista, quien presenció la jornada triste de Talca. Esa tarde, los verdes se convertían para siempre en un club simpático, maldición que persigue a tantas instituciones que alguna vez coquetearon con la popularidad masiva.
Desolado, Pancho Alsina intuía que algo se había podrido para siempre. “Yo respeto al club del carbón y a sus entusiastas seguidores que fueron hasta la capital del Piduco a apoyar a los suyos en el instante de la duda. Me alegro que continúe en División de Honor; se mereció esa victoria tan importante y de buena ley. Pero tengo que confesarles que me costó aceptar el resultado, que casi no tenía ánimo para irme del estadio. Todos mis años -de espectador de fútbol, primero; de profesional del periodismo deportivo, después- están llenos de hechos en los que fue protagonista importante este club que se ha ido a los potreros. Me cuesta aceptarlo”.
Foto: revista Estadio.