Por Rainiero Guerrero
Metallica era el nombre principal y con ello transformaban la séptima edición de Lollapalooza Chile como una de la más esperadas en la historia del festival, desde que se realiza en nuestro país, situación que fue corroborada por el dato que entregó la propia productora del evento (Lotus), 160 mil personas durante los dos días son el resultado de un cartel de primera y una marca que ya no debe demostrar nada. Lollapalooza cotiza al alza per se. Pero también estaba The Weekdn, el fenómeno artístico que se nutre de Prince, Michael Jackson o James Brown para ser el nuevo rostro del R&B del siglo XXI y que fue visto por 50 mil personas en la noche final. También estaba toda la escena de la electrónica que mantuvo el Movistar Arena totalmente lleno los dos días con un público flotante, inquieto y juvenil; había rock chileno, había escenarios para niños, muestras artísticas, etcétera. O sea, había para todos los gustos y ese es el gran punto de equilibrio que marca la excelencia del festival Lollapalooza, creado en 1991 por Perry Farrel como una plataforma para mostrar toda la escena alternativa del rock que nacía en los comienzos de la última década del siglo XX.
Día 1
La espera era por Metallica, pero había mucho por ver y escuchar, principalmente desde nuestra tierra. Fue una gran jornada para lo más reciente del rock chileno con las propuestas de Rey Puesto, 8 Monkeys y Dr. Vena desde la Cúpula que albergó el Lotus Stage. Dos consagrados como Crisálida, quienes tras una gira europea están un paso arriba en la escena progresiva y la potencia de Weichafe, agendados en uno de los escenarios principales (Itau Stage) banda que comienza a despedirse de Chile, dejando en claro que son el mejor grupo de rock del momento en el país y que su techo, claramente, no está acá y será México su nuevo cobijo.
Una parte, no menor del público, tenía sus preferencias por una de las leyendas del punk californiano y ese era Rancid. Los norteamericanos sacaron toda su batería de éxitos, repasando su amplia y consecuente trayectoria que los mantiene siempre en la esfera de aquellas bandas que siguen sonando como empezaron, pero con más años, más experiencia y la entrega de siempre en una actuación que marcaba su tardío debut en nuestro país.
A las 21:30 horas el Éxtasis del Oro, música original de Ennio Morricone para el clásico del spaguetti western de Sergio Leone, El bueno, el malo y el feo, era la marca histórica de que Metallica estaba en la casa, a sólo segundos de salir a “patear traseros” como dijo James Hetfield a Radio Futuro en entrevista realizada unas horas antes de la presentación. El show dividió su recorrido por lo más nuevo y lo más clásico, alcanzando un nivel de pulcritud digna de una banda que desde hace mucho tiempo está en la galería de los grandes clásicos del metal y el rock, quienes con disco recién lanzado el 2016 demostraron una vigencia que no tiene discusión alguna.
Día 2
La parrilla era amplia y ecléctica, de todo y para todos. Nos quedamos con las ganas de llevar el show de Catfish and the Bottleman, pero en un nuevo capítulo de ‘cosas que no podremos explicar nunca en la vida’, no estaban autorizados los derechos de transmisión. Jimmy Eat World y Two Doors Cinena Club dos buenas sorpresas que renuevan la escena del rock con una propuesta indie, pero que se nutre de lo mejor de la herencia inagotable del rock.
Duran Duran ¿habrá sido lo mejor de la segunda jornada? Eso se lo tendremos que consultar a los fanáticos de The Strokes o The Weeknd, dos de los números que más gente convocaban, pero la presentación de los ingleses fue una suerte clase maestra que explica la vigencia de un grupo que sólo en el 2015 lanzó su última producción de estudio (Paper Goods), pero que se valió de una batería de grandes éxitos que nos llevaron hasta los 80 y recordarnos porqué fueron una de las bandas más importantes de todo esa década, con homenaje a David Bowie incluido.
El cierre debía ser memorable y magnánimo como fueron los dos días, pero la presentación de The Strokes estuvo marcada por los problemas de sonido, que se fueron disipando con el pasar de los temas, siempre de la mano de la actitud desinteresada de los ciudadanos de Nueva York que regresaban a nuestro país mostrando nada muy distinto a lo que ya habían hecho en 2005. Cumplieron, hicieron el trabajo y se fueron, cerrando una séptima edición de Lollapalooza Chile que tendrá tiempo para análisis, pero también, a proyectar preguntándonos ¿quiénes vendrán en 2018?
Finalmente, y de todo Lollapalooza 2017, nos vamos a quedar con una sola cosa; la posibilidad que tuvimos de compartir esa alegría del rock de Metallica y a todas tus bandas favoritas, especialmente con aquellos que no pudieron acceder a Lolla 2017 a través de la excelente transmisión que brindamos en nuestras diferentes plataformas, situación que nos pone nuevamente en la mayor de las cercanías que siempre aspiramos como radio, ser la radio del rock en Chile y siempre del lado de ustedes.