Por: Javier Sandoval
Fotos: Jorge Cabello
Hablar de Los KK es referirse a una etapa clave en lo que a punk chileno se refiere. Una historia que inició en 1989 con la grabación de su único álbum y que, pese a concluir a principios del noventa, supo cómo influenciar tanto a la primera generación del punk local, ese que los vio en vivo en sectores como Matucana o Cueto, como también a un público que ni siquiera había nacido en el momento que la banda grabó sus canciones en un cassette cuya cinta no superó los 20 minutos. El conjunto habla con Radio Futuro en lo que es la primera entrevista que le dan a un medio, siendo su líder y miembro fundador, Carlos Kretschmer, quien saca la voz por sus compañeros que prefieren mantenerse en el anonimato hasta volver a los escenarios, refiriéndose a temas históricos, vivencias del grupo, opiniones de lo que se vive actualmente en la escena y lo que se vendrá.
Ya han pasado casi 30 años desde su debut a finales de los ochenta. ¿Qué recuerdos tienes de esos primeros shows?
Puede sonar increíble, pero me acuerdo mucho de ese primer concierto. Fue en calle Esperanza en una tocata tipo “fiesta escolar” cuando cursaba tercero medio en el Instituto Nacional. Ahí nuestro enfoque estaba en un cierto rupturismo al presentar una música inbailable, inescuchable y con una actitud “aggressor” en lugar donde todos iban a pasarla bien. Tocamos sólo tres temas porque no sabíamos más canciones y a la gente le pareció lo peor del mundo. Una parte de nosotros esperaba que nos fuera bien, pero la respuesta del público fue “bájenlos, sáquenlos, váyanse”.
Éramos algo ajeno a lo que se percibía en la tele o la radio, así que encontrarte con cuatro cabros chicos tocando rápido era bien inusual. También recuerdo una tocata en el colegio Darío Salas y que fue un verdadero cumpleaños de monos. Las expectativas técnicas no eran las mejores, pero fue pura energía. Era como jugar un partido de fútbol con 45 cabros por lado. Una locura, pero era lo más entretenido que podíamos hacer en esa época. No importaba cómo se hacía; lo importante era hacerlo.
¿Qué crees que es lo que más ha cambiado, tanto en lo profesional como mental, en Los KK de los 80-90 y los actuales?
Profesionalmente, yo creo que aprendimos a tocar. Al principio sólo sabíamos tres o cuatro notas y con ellas hacíamos temas bien efectivos para lo poco que podíamos tocar. Como personas, bueno, hay que pensar que cuando Los KK comenzaron éramos escolares de 16 años. Teníamos toda la vida por delante; ahora tenemos todo el pasado acumulado (jaja). En ese sentido todos tomamos distintas decisiones: estudiar, tener familia, trabajar, en fin, un montón de cosas por las que todos tienen que pasar. Sin embargo, mentalmente, todos seguimos amando unos principios contrarios a la mentalidad “no future” (no hay futuro) que la mayoría de los punks de la época profesaban.
Ya que lo mencionaste, ¿cuál es tu opinión del “no future” y de lo que se vive ahora en la escena punk chilena?
Nosotros no éramos nihilistas, no queríamos romper todo como decía el “no future”; queríamos armar una escena que fuese unida, colaborativa y abierta para todo quien quisiera hacer música o decir algo. Me gustaría recuperar eso. El “no future” no lo considero bueno, ya que varios la han pasado mal por su culpa. También tiene que ver con la pose.
Yo siento que la historia del punk chileno se ha perdido muchísimo. Actualmente la gente no tiene idea de qué se hizo, escuchaba o qué ideas funcionaban antes, y eso los punks deberían valorarlo porque es parte de su identidad. Aquello es importante porque creo que hoy día muchos se han sumergido en la masa de una subcultura que tiene los mismo vicios que ellos dicen combatir, y ese “combatir” finalmente resulta ser sólo un verso porque no actúan de una forma distinta. Muchos punks actualmente son súper discriminadores, sexistas, egoístas, consumidores y el discurso que propagan es todo lo contrario. Yo creo que ellos deberían dejar de posar y ponerse a actuar. Antes uno practicaba más y eso falta ahora. Actualmente hay mucha pose, pero poca consecuencia.
¿Qué importancia crees que tienen Los KK en la historia del punk chileno?
Coincidió que fuimos una de las primeras bandas punk chilenas, sino la primera, en editar un cassette (el demo de 1989). El alcance y la manera en que éste se propagó resultó inesperado. Fue una especie de viral, ya que de una semana a otra todos los de la escena ya lo conocían. Esa etapa de la banda fue súper fugaz, habremos tocado un año y medio máximo y más encima hace treinta años, por eso es sorprendente que la gente aún recuerde, valore y ponga en un lugar tan alto ese demo. Creo que tuvimos la fuerza necesaria para hacer algo grande en una época (dictadura) en que aconsejaban a los adolescentes a no decir lo que pensaban, todo lo contrario, pedían que callaras, que te cuidaras y no hablaras de política. Nosotros desde la vereda musical rompimos ese bloque. Siento que aquel grito primitivo aún resuena.
Hablemos más de su demo del 89. Un trabajo que no dura más de 20 minutos y que ha sabido marcar historia en el punk.
Yo creo que se ha generado un mito en torno al demo. Pasó hace tantos años y hay tan pocos registros gráficos que la gente no sabe realmente quiénes eran esos cuatro tipos que hicieron esa música. Además sólo sacamos 500 copias de éste. Es como cuando alguien habla sobre los piratas o civilizaciones antiguas: nadie sabe con exactitud qué pasó ahí. También destaco las letras del álbum. Eran muy honestas, con harto sentimiento, y reflejaban un cuestionamiento adolescente sobre cómo vivíamos, qué queríamos hacer, por qué éramos reprimidos. Yo creo que esa sinceridad marcó a mucha gente.
Aún recuerdo el show de 25 años de Fiskales Ad Hok (2011) en donde ustedes fueron uno de los artistas más esperados y aplaudidos de la jornada. ¿Por qué no decidieron tomar ese empuje para regresar a la actividad?
Eso lo planteamos como una aparición puntual. Salir, tocar bien, que la gente se quedara con una buena impresión de Los KK, pero nunca pensamos en seguir. Además cada uno tenía sus proyectos personales. Yo estoy en BBS Paranoicos desde 1991 y con ellos tenemos una carrera bien prolífica con constantes planes, giras, lanzamientos y el tiempo no daba abasto. Debo reconocer que he sido bien cuidadoso con el legado de Los KK, nunca he querido llegar a una rutina de tocar, tocar y tocar, sino que cada vez que nos presentemos sea en algo especial y reales ganas de hacerlo.
¿Y por qué habían elegido este momento para volver a los escenarios?
Para ser franco, todos los años que se han realizado estos festivales masivos la gente que lo organiza nos han invitado a tocar, pero yo sentía que esos no eran los momentos por la falta de condiciones técnicas y económicas. Me costó dar el paso para decidir que éste fuera el momento específico, principalmente porque quería que cuando volviéramos a los escenarios fuera con los cuatro miembros originales. Habíamos encontrado buena gente para darle la potencia que necesitan y merecen Los KK.
¿Este regreso a los ensayos fue sólo para tocar en el Mosh Festival o puede dar paso para trabajar en algo más?
Sólo para el Mosh Festival…
¿Pero…?
Pero quizás… (jaja).
Ya sabemos que el Mosh Festival se suspendió hasta nuevo aviso, pero igual me gustaría saber qué sorpresas íbamos a ver en el escenario por parte de Los KK. Principalmente porque el tiempo que tenían destinado era de 40 minutos aprox. y su demo no supera los 20 minutos.
Íbamos a tocar una nueva versión de “Hijos de la Mierda” que durará 30 minutos, con todo un pshyco-punk que haría que la gente se aburriera y luego se durmieran (jaja). Habíamos preparamos tres covers de bandas de la época en que se fundaron Los KK. Iban a ser sorpresa y prefiero que aún lo sean. No sé si la gente los hubiera conocido, quizás los más viejos, pero están muy buenos.