«Duro de Matar» ya es un clásico del cine contemporáneo.
El gran legado de Bruce Willis, será sin duda habernos entregado a John McClane, arquetipo del antihéroe del cine de la segunda mitad del siglo XX y que sirvió de molde para todos los que vendrían después.
Pero lo que seguramente no todos saben es el peculiar vínculo entre esta popular cinta y Chile.
Para los que no saben, «Duro de Matar» es la adaptación de la novela «Nothing Lasts Forever» («Nada es para siempre») escrita por Roderick Thorp en 1979.
Ahí se cuenta la historia de Joseph Leland, un detective retirado del Departamento de Policía de Nueva York, quien va a visitar a su hija a una fiesta navideña que tiene en su trabajo, el edificio de la Klaxon Oil Corporation en Los Ángeles, según cuenta Daily News.
Al igual que en «Duro de Matar», en «Nothing Lasts Forever» un grupo de terroristas irrumpe en el edificio y se apodera del lugar, dejando como rehenes a todos los invitados, entre ellos la hija de Leland. El grupo de terroristas está liderado por Anton «Little Tony» Gruber, mismo apellido que Hans el malo de la película.
El objetivo de Gruber no es robar millones de dólares, como ocurre en la cinta dirigida por John McTiernan, sino que quiere apoderarse de los documentos que dejarían al descubierto los vínculos y tratos corruptos entre Klaxon Corporation y la Dictadura Militar chilena.
Al igual que John McClane, el detective Leland logra, siempre descalzo y ayudado por el policía Al Powell, vencer a los terroristas y salvar a los 74 rehenes, entre ellos su hija.