Por Rainiero Guerrero
Fotos: Cristian Carrasco
Para hacer rock se requiere actitud por sobre todas las cosas, la calidad musical ha sido una parte, pero en varias etapas de la historia no importó mucho la ejecución, quedando derechamente en un segundo plano. Ahora bien, cuando la actitud y la ejecución combinaron al mismo tiempo los resultados han sido únicos en el mundo y en Chile una de las bandas que logró esa ecuación desde sus comienzos fue Aguaturbia, quienes en 2017 estrenaron Fe, libertad y amor, disco producido por Ángelo Pierattini, tercera placa de estudio de la banda de Carlos Corales y Denise y primera desde 1970 cuando lanzaron al mercado Aguaturbia Volumen 2.
El sábado 1 de junio Aguaturbia demostró por qué el rock es un oficio y que debe ser ejecutado por aquellos que han entregado su vida a esta causa. Cerca de 900 personas llegaron al Teatro Nescafe de la Artes para presenciar un show inteligentemente bien montado, con una banda que mezcla experiencia y juventud (aunque suene a cliché), una sección de tres bronces, de esos que después de tocar rock se pueden ir a una fonda a tocar cuecas o cumbias, todos siempre de la mano de Carlos Corales, una deidad de la guitarra rock chilena que a todos se nos hizo familiar siendo parte de bandas de algún programa de televisión durante los interminables años 80 y parte de los 90, teniendo que guardar el espíritu de Hendrix, Santana y Clapton por un buen tiempo, pero que siguen ahí, vivos e intensos y que afloran sobre el escenario para dejar en claro que el rock se hizo también desde los barrios menos pudientes de la capital, cuando hacer rock era cosa de valientes.
Un repaso por la historia y lo nuevo fueron parte de un show dividido en tres instancias que incluyó una primera parte mostrando las nuevas cartas, una segunda acústica donde se revisaron clásicos y canciones pocas veces tocadas (heartbraker, baby, the man on the guitar) y una parte final que dio completa soltura a la psicodelia local más pura que se haya dado por estos lados, con el cierre del himno folclórico-psicodélico llamado Aguaturbia y que muestra a Denise en su faceta vocal más completa, demostrando nuevamente por qué sigue siendo la gran diva del rock chileno y en excelente estado vocal.
Hacer rock hoy es más cómodo, hacerlo en los 60 y 70 comprometía un buen grado de arrojo, especialmente cuando no eras de la parte que viajaba a EEUU a traer discos de lo que sonaba. Denise y Carlos siguen siendo los rockeros de esos años, su actitud y sentido del espectáculo son irrepetibles y para bien de nuestra historia la psicodelia chilena sigue en manos de Aguaturbia.