Efectivamente fue el comienzo de todo, las dos copas América, las dos clasificaciones seguidas a mundiales de fútbol, la final de la Copa Confederaciones, el triunfo de Chile a Argentina (único en nuestra historia oficial), todo eso y un poco más tuvo su punto de partida en la cita mundialera del año 2007 efectuada en Canadá y que vio el despegar de la hoy y con toda la autoridad disponible, generación dorada del fútbol chileno.
Dirigidos por José Sulantay partieron rumbo a Norte América con esa loca idea de ser campeones de mundo. Arturo Vidal, quién había guiado la clasificación de la rojita en Asunción, Paraguay, fue el vocero de una generación que buscaba estar en lo más alto. Por cierto que ese discurso era bastante raro y disonante en un momento en que la selección mayor, a cargo de Nelson Acosta, vivía en medio de escándalos extra futbolísticos durante su desastrosa participación en la Copa América de Venezuela el mismo año.
No había forma de creer en ese discurso, ser campeones del mundo era parte de una verborrea propia de una nueva generación de jugadores que querían llevarse el mundo por delante y claro, no estábamos listos para ellos. Alexis Sánchez, Gary Medel, Mauricio Islas, Arturo Vidal, Carlos Carmona y Cristopher Tosselli, todos nombres que se nos volvieron a repetir con los años, a ellos otros que encontraron su punto más alto en ese certamen como Dagoberto Currimilla, Nicolás Larrondo, Nicolás Medina o Mathias Vidangossy, todos parte de un grupo liderado por José Sulantay y que alcanzó el tercer puesto del mundial de Canadá. La inexperiencia, las ansias y algo de hiperventilación no permitieron que la sub 20 regresara con el máximo trofeo. Había cartuchos que quemar, etapas por pasar y principalmente, había fantasmas que derrotar.
La triste noche de las semifinales con Argentina en Toronto fue un 19 de julio de 2007 y fue la demostración de lo anterior y la confirmación de que para ganar y ser campeones, había que jugar fútbol como si fuera una partida de ajedrez. Los fantasmas aparecieron, todo traducido en el discurso de la víctima perseguida, acorralada y acosada, todo estaba en la cabeza de esos niños que con menos de 20 años se habían prometido ser verdaderos campeones, pero no bastó, al menos esa noche.
Seguramente Arturo Vidal, Gary Medel y Alexis Sánchez debieron morderse los labios y ver como Argentina con Agüero, Mercado o Di María avanzaba hasta la última etapa y se quedaban con el cetro máximo, el destino los volvería a encontrar pero donde siempre lo habían querido, en una final o quizás dos. Inevitablemente fue un punto de partida, algo había en esos chicos que nos devolvían las esperanzas. Se sacaron lecciones y no pocas, lo luego vino Marcelo Bielsa, un nuevo trato en el fútbol nacional y una historia en ascenso que ha corrido de la mano de una generación inolvidable, distinta, ganadora, insolente y desafiante que comenzó a urdir su camino un día como hoy, con una derrota que dejaba instalado nuevamente a los eternos fantasmas de nuestro fútbol en la calurosa noche de Toronto, diez años atrás.