Un saldo que queda de Fiestas Patrias es el que redescubrimos símbolos patrios, juegos típicos y la sabrosa comida que inunda el ambiente de chilenidad. Uno que tampoco puede faltar en este rescate es el Indio Pícaro, ese mapuche de madera que al levantarlo sorprende a todo aquel que no lo conoce.
Pero lo que no todos saben es la historia que hay detrás de este popular personaje y la persona responsable de su creación.
¿De dónde viene el Indio Pícaro?
Jorge Medina, artesano de 66 años es su creador. Vive en las faldas del volcán Villarrica, en el sector Candelaria. En 1975, junto a Alejandro Olave y Carmelo Valenzuela eran empleados de Ramiro Herrera, quien los contrató para que construyeran un conjunto de cabañas tipo ruca.
Un día, su jefe les mostró una curiosa figura de solo 5 centímetros tallada en madera que había traído del extranjero. Al levantarlo aparecía una sorpresa. «Era un indiecito que tenía pelos naturales, llevaba una chaqueta de cuero y un pirulito como un fosforito. Era bien sencillo», dijo Medina.
Fue ahí cuando Herrera les encomendó realizar una figura similar pero con rasgos mapuches. A los tres les pareció una buena idea por lo que comenzaron a ingeniárselas con un palo de laurel de 20 centímetros.
«Ese mismo día inventamos el Indio Pícaro con una sonrisa bien grande para que inspirara picardía. Se lo mostramos al jefe y lo encontró increíble», cuenta.
Fue cosa de tiempo para que la particular figura se popularizara. Medina dice que incluso llegaban personas que se ofrecían para ayudarlo en la construcción del curioso indio.
«No soy celoso de mi trabajo. Contraté y le enseñé como a seis personas, quienes después se independizaron. Yo encontraba que eso era bueno, pero bien en el fondo pensaba ‘cría cuervos y te sacarán los ojos’, porque venían solo para aprender y sacar las ideas», dice Medina consciente de que hubo muchas personas que ganaron dinero a costa de su idea.
Incluso llegó a Washington
Tanta popularidad tuvo su invento que en 1990, el ex vicepresidente de EE.UU. de ese entonces, Dan Quayle, compró uno de estos ejemplares.
Esto ocurrió cuando Quayle visitó Chile para ser testigo del retorno de la democracia. En esa ocasión, viajaba de Valparaíso a Santiago cuando se detuvo en un puesto artesanal de Casablanca.
Ahí miró intrigado a este curioso personaje. Inocente e ingenuo, intentó alzarlas con la mano. Los comerciantes todavía recuerdan sus carcajadas como el ruborizado rostro de su esposa. No dudó que debía llevarse un par de ejemplares mientras levantaba una y otra vez el faldón del muñeco, sin dejar de reír.
Medina reconoce que hace casi dos décadas que dejó de hacer su afamado Indio Pícaro, debido precisamente porque hoy hay mucha gente que lo fabrica.
«Lo vendían demasiado barato y no salía a cuenta trabajarlo. Ahora lo hago cuando algún cercano me lo encarga o cuando me piden uno de gran tamaño, de un metro por ejemplo. Esos salen a cuenta porque se venden como a $250 mil. Los comerciantes los ponen afuera de sus locales para que la gente los levante», dice.