Estirar la cuerda… ahí está la sabiduría de lo que se pide y se considera justo, hasta dónde es legítimo ejercer una presión sin que con ello salgan perjudicados otros porque, de esta forma, si la presión es desmedida e irracional provoca el efecto contrario a lo que se busca. Los taxistas que se tomaron el aeropuerto de Santiago esta mañana, debieran estar reflexionando sobre esto. Porque nadie podría dudar de la legitimidad de su encono ante una competencia que, a todas luces, les resulta dispareja e ilegítima contra las aplicaciones de Uber y Cabify.
Pero no sólo arremetieron contra toda la imagen de un país obligando a pasajeros y turistas a caminar kilómetros y perder sus vuelos, sino que también cargan ahora con la muerte de un turista brasileño, Mario Hiroshi, quien sufrió un paro cardiorrespiratorio tratando de sortear el taco en el terminal aéreo y pese a ser trasladado en helicóptero por Carabineros, falleció en la Posta Central.
En esta toma del aeropuerto de Santiago, los taxistas estiraron tanto la cuerda que se les cortó de la peor forma: quitándole la vida a un inocente turista que talvez sólo venía a disfrutar de un país que es alabado en el mundo por sus bellezas naturales y su orden democrático…