Por Javier Sandoval
No les voy a mentir. Este debe ser, por lejos, uno de los reviews que más me ha costado poder plasmar en escrito, principalmente por un factor de subjetividad que sólo algunas bandas logran transmitir, ya que, ante un grupo en donde casi no hay letras, bueno, tampoco hay palabras que logren explicar las emociones que uno siente de la manera más clara posible.
El día de ayer, ante un Teatro Caupolicán que contó sólo con un público fiel, los históricos Focus regresaron a nuestro país en marco de su “Last Tour”, una gira que, eso sí, está lejos de ser su última tal como lo comentó su líder, Thijs Van Leer. Los holandeses dieron gala de calidad y técnica, haciendo parecer que ni veinte artistas podrían sonar tan bien como este cuarteto. Un show de poco más de dos horas que nos llevó por distintos pasajes en una ruta dibujada al compás de un rock progresivo maduro, de casi 50 años, pero con una energía que ya la quisiera cualquier adolescente.
El evento comenzó con los nacionales Aisles, quienes nos ratificaron que no son una banda que deja las cosas a la suerte a la hora de tocar en vivo. Se nota que trabajan y que dicho esfuerzo les ha ayudado a generar una unión esencial y que logra explotar gracias a singles como “4:45”. Son un gran conjunto, de verdad lo son. Hay que prestarle mucha atención.
Podría estar toda la noche señalando la calidad de Focus, quienes subieron poco antes de las 9 bajo una introducción de flauta y órgano de Van Leer que dio paso a “Focus I”. Podría y no lo lograría sin repetir una y otra vez los mismos adjetivos de alabanza. Cuando una banda deja en segundo plano el factor lírico en sus canciones, cada persona puede sacar sus propias emociones y lecturas con dichos temas.
Así fueron pasando himnos como “House of the King”, “Eruption” y “Sylvia”, donde el cuarteto sólo ponía la melodía; nosotros las historia en nuestra imaginación gracias a los más sinceros recuerdos generados. Era tanta la clase que no sabías si tu piel se erizaban por el frío santiaguino de esas horas o por la atmósfera generada. Su puesta en vivo era simple; los artistas con solamente un telón negro de fondo, pero la verdad es que esos factores físicos daban igual, ya que lo realmente importante y esencial estaba en nuestro interior. El cierre fue fenomenal con «Hocus Pocus» que fue acompañado por un solo de batería de Pierre Van Der Linden y, finalmente, «Focus III». Una verdadera experiencia que nos conectó con las texturas más suaves del progresivo con tintes jazz. No se necesitan más palabras, nuestros sentimientos dijeron todo la noche de ayer.