Por Héctor Muñoz Tapia
Fotos: Roberto Vergara
The Who en Chile. El tan solo decirlo parecía un cuento de ficción. Los descubrí en mi adolescencia y me impactaron desde el primer momento. Pete Townshend fue mi modelo a seguir cuando recién trataba de comprender la guitarra. Sus conceptos me llegaban directo a los sentidos y tan solo ver sus registros en vivo te dejaba en claro que eran la mejor banda sobre un escenario. La más fuerte. La más cojonuda. La más emotiva. A ellos les debemos prácticamente todo.
Pero Stgo Rock City configuró todo para que ese sueño imposible se hiciese realidad. Y en la mejor forma posible con las condiciones actuales de la banda, que hace 15 años solo tiene a Townshend y Roger Daltrey como miembros originales y fundadores, pero con compañeros de formación son respetuosos de su enorme legado, especialmente Zak Starkey, hijo de Ringo Starr y a quien Keith Moon le regaló su primera batería, es un digno sucesor del ícono moonie.
“Guarden la calma, aquí viene The Who” vimos en la pantalla principal a las 18:24 hrs, 6 minutos antes de lo pactado para la primera jornada, y los 7 músicos de la encarnación actual de The Who se cuelgan los instrumentos para no soltarnos más en una hora y media, en la continuación del festejo de su medio siglo de trayectoria. “I Can’t Explain” se sintió como un golpe al mentón de entrada. La buena salud de Townshend y Daltrey lo decían todo. Pete con sus molinos de brazo y Roger con su micrófono giratorio materializaban algo que solo había visto en fotos y en videos. Pasaba al frente mío. Era concreto. Se podía tocar.
“The Seeker” y “Who Are You” son de esos singles atemporales que son bienvenidos en cualquier momento, y “The Kids Are Alright”, con dedicatoria a Víctor Jara de parte de Pete Townshend, saca mis primeras lágrimas. Un himno mod y adolescente que gana relecturas en tipos que ya pasaron los 70 años, y que son capaces de tocar a la pata todos los arreglos de “I Can See Form Miles” antes de despacharse otro de esos himnos de juventud, “My Generation”. Ni Townshend ni Daltrey murieron antes de hacerse viejos por fuera. Nos muestran su alma en “Behind Blue Eyes” y nos invitan a ser parte del festejo en “Join Together”. Incluso, un hit no tan conocido como la gigante “You Better You Bet” también llega directo al corazón y los ojos se tornan acuosos con la vibra más adulta de una banda que siempre fue empujando los límites más allá.
Y Pete Townshend es el gran responsable de que estemos acá todos juntos. Le basta con una acústica darle arranque a la preciosa “I’m One” y recordar “Quadrophenia”, una obra conceptual que es del porte de una catedral. Y si quedaban dudas del registro vocal de Roger Daltrey, el rubio cantante los deja a todos callados con la intensidad de la operática “Love, Reign O’er Me”. Los conceptos siguen con el repaso a grandes hitos de “Tommy”, el disco doble que consagró a The Who como parte de la realeza del rock parido en Inglaterra. “Amazing Journey” y “Sparks”, pegadas como en el álbum, resulta un combo matador en un set en vivo que a estas alturas nos tiene viajando por territorios que siempre escuchamos y nunca vimos hasta ahora. “Pinball Wizard” genera otro momento de conexión antes del cierre de la sección con “See Mee, Feel Me”.
Parecía que habían pasado solo 5 minutos desde el comienzo, pero el inevitable final se acercaba y aún quedaba la guinda de la torta: la visita a “Who’s Next”, mi favorito personal de la banda, ese álbum que nació de las cenizas de “Lifehouse” y que dejó canciones eternas. Y a The Who solo le basta citar las insignes “Baba O’Riley” y “Won’t Get Fooled Again” para sintetizar ese sentimiento que solo ellos pueden encarnar. Nunca pensé que ese grito “it’s only teenage wasteland” de Pete Townshend se multiplicaría por miles en el público, con el puño en alto. Ni tampoco que la siempre certera visión sobre el mundo que sencillamente no va a cambiar nos debe tener alerta para no ser engañados de nuevo iba a cobrar tanto sentido. Es una declaración de principios. Y The Who lo ha sabido por más de 50 años. Con ellos, solo hay verdad, conexión, sentimiento y esa esperanza de que no estamos solos. Todos fuimos The Who por una hora y media.