Editorial de Freddy Stock, martes 28 de noviembre.
Una Belleza Americana… La gran película de Sam Mendes cerró el siglo XX como un gran retrato de las familias occidentales que parecen ser pero que son otra cosa, núcleos disfuncionales, urgencias ocultas, muros de la moral que se presume pero que están descascarados por la verdad. En Una Belleza Americana, el cineasta británico retrata, en realidad, a varias familias de nuestra propia cultura que pretenden nadar sobre la apariencia como si se pudiera y sin entender que siempre ese barco de lo irreal tendrá que hundirse inexorablemente. Como le ocurrió a la señora Marcela Aranda que hizo de su cruzada ultra religiosa un estandarte que le valió notoriedad pública y cargos de gobierno durante el régimen de Sebastián Piñera. Hoy se sabe que una realidad vivía en el hogar de esta mujer conservadora, homofóbica y vocera del llamado “bus de la libertad” acusado de discriminar abiertamente a las personas trans. Y esa Belleza Americana es que su propia hija de 19 años, Carla González Aranda, comenzó a tramitar su cambio de sexo apoyada por el Movimiento de Liberación Homosexual.
En una conferencia de prensa, Carla González Aranda señaló que, «Desde pequeña que me sentía así y sabía que era así» y que hizo esto público, «para poder brindarle el apoyo a todas las personas que están pasando por una situación parecida a ésta. Se puede salir adelante sin importar las circunstancias».
Lo que se es y lo que se esconde. Y, en el caso de la joven Carla González Aranda, un verdadero grito de liberación que se merecía desde hace mucho tiempo dentro de un núcleo familiar que –imaginamos- no le entregó muchas alas para volar…