Editorial de Freddy Stock, miércoles 17 de enero.
La figura de Juan Barros… Para quien no está acostumbrado a leer los vericuetos de la naturaleza vaticana, la figura que el obispo Juan Barros ha alcanzado en esta visita papal es poco entendible. Barros es resistido por un buen número de feligreses de Osorno quienes lo acusan de encubrir los abusos de Karadima, de quien fue secretario personal. Las víctimas del otrora poderoso párroco de El Bosque, James Hamilton, José Murillo y Juan Carlos Cruz, individualizan a Juan Barros como el más cercano a Karadima, su cómplice, encubridor, testigo directo e, incluso, quien se besaba con él delante de otros jóvenes que acudían a la conspicua parroquia de El Bosque.
Pero sigue ahí como protagonista de recibimientos y homilías de Jorge Bergoglio quien pidió perdón por los abusos a menores con Barros delante de sus ojos. Felipe Berríos, talvez el sacerdote chileno más respetado del momento, tampoco se explica este poder de Juan Barros que bien parece una burla contra sus detractores. «A mí –dijo Berríos- me violenta la presencia de Barros». Y añadió en entrevista con Chilevisión que, “Karadima representa la iglesia del clasismo, de la prepotencia y de los abusos de poder y sexuales. El fue secretario y estuvo con él muchos años. Es falta de delicadeza no renuncie, que se presente junto al Papa… Al Papa y a los obispos los deja en una situación muy incómoda, a nosotros los curas nos deja en una situación que me molesta, me molesta tener que estar hablando de él“, señaló el sacerdote jesuita.
Pero ahí ha estado Juan Barros, sonriente, desconociendo toda acusación y amparado quizás por qué fuerza vaticana desconocida para los ojos de los laicos…