Editorial de Freddy Stock, jueves 18 de enero.
Se fue el Papa… sí, es probable que ya estés con sobredosis vaticana después de estos días, pero bien vale la pena unas palabras al cierre. Primero, preguntarse si la finalidad de repotenciar una fe en huida sirvió tras la presencia del líder católico. Una fe que en Chile ha decaído considerablemente hasta convertirse en el país más secular de América Latina según un reciente estudio en 18 naciones del continente. Las causas pueden ser varias pero es el abuso sexual a menores lo que ha prevalecido como primordial, tanto, que la primera manifestación pública del Papa argentino en Chile fue pedir disculpas por ellas y mostrarse avergonzado. Pero esta mañana, en el último día de su periplo, Francisco respaldó con fervor vaticano al obispo Juan Barros con una frase que descoloca a laicos y creyentes: “El día que me traigan una prueba voy a hablar, son calumnias». Las pruebas como encubridor de Karadima que pesan sobre Juan Barros son de testigos directos por lo que resulta preocupante que el líder católico pida “pruebas” para creerle a un feligrés. ¿Cómo se tiene una prueba de un abuso sexual? ¿Qué va a pasar entonces cuando sea un niño el violado por un cura? ¿No se le creerá por falta de pruebas?
Contraria a la realidad que la televisión abierta, quizás bajo qué intenciones, nos quiso hacer creer estos días, la respuesta de Chile ante presencia del Papa fue fría. Así lo reflejan las fotografías aéreas a los lugares donde hizo sus encuentros masivos, pese a la cuestionable ayuda estatal y la desesperación de los organizadores que ofrecieron entradas hasta en las playas. Sorpresa que también expresaron los periodistas extranjeros que cubren las noticias vaticananas. Según contó a La Tercera la biógrafa de Bergoglio, Elisabetta Piqué, “Es la sexta visita del Papa a América Latina, yo las hice todas, pero la verdad es que sorprende mucho, porque estamos en un país católico que parece que ya no es tan católico”. Una inquietud que deja otras tantas interrogantes. Una visita que, imaginamos, debiera ser una alerta para quienes dirigen los destinos de la otrora poderosa Iglesia chilena…