Este artículo lo publicó originalmente Manuel Lagraneme en Noisey.
Debates, peleas, enfrentamientos y encono se han generado a partir de las diferencias entre los aficionados a la música. Hemos presenciado batallas campales entre aficionados a distintos géneros con reminiscencias a las sangrientas cruzadas medievales y a las luchas entre barras bravas rivales antes, durante o después de un partido de fútbol. Muerte y destrucción son las consecuencias.
Aficionados de Britney contra aficionados de Madonna, aficionados de Café Tacuba contra su similares de Caifanes, cristianos frente a Luis Miguel y aficionados de los Beatles contra el resto del mundo. Familias y amigos se han encontrado en discusiones estériles que no demuestran nada más que necedad.
Estas batallas entre aficionados de músicos o géneros son las más encarnizadas pero no podemos subestimar otras…
Dentro de la Gran Guerra existe un frente muy sangriento: la batalla entre los consumidores de compilaciones y los enemigos de ellas. Cómo mencioné antes es uno de los frentes que más encono ha generado pues las posturas son radicales.
De un lado del campo de batalla podemos encontrar a los puristas que sólo consumen lo que se conoce como álbumes o discos de estudio y evitan a toda costa consumir compilaciones. Por el otro están los aficionados a los discos que reúnen grandes éxitos o que cubren una parte de la obra del artista en cuestión. Existen diferentes formatos de compilación: de éxitos, de género musical, que cubren un cierto período de tiempo, etc.
Regularmente, se parte de la premisa que las compilaciones están hechas y consideradas como un primer acercamiento a la obra de un músico. Calculemos que cualquier músico o cantante que haya cruzado por las listas de popularidad tiene un disco que reúne sus éxitos, así sólo seamos capaces de recordar uno de los temas incluidos. La compilación de éxitos en muchos casos representa vender el mismo producto una vez más y en el mejor de los casos para el consumidor recibir un par de beneficios inéditos pero lo anterior sucede realmente pocas veces.
Las compilaciones también han servido a los músicos para cubrir los compromisos adquiridos con un sello que los obliga a publicar su música. Como he mencionado antes: la compilación podría ser considerada como un primer acercamiento a algo del que no tenemos contexto o conocimiento alguno.
Por otro lado habrá que reconocer que las compilaciones resuelven ciertos problemas de accesibilidad sobretodo el día de hoy que ‘nuevos mundos’ musicales se han descubierto y que he mencionado en entregas anteriores: la música de la Costa Oeste Africana, los sonidos de Brasil, la cumbia Colombiana y la Chicha Peruana son algunos de los mundos que nos han traido los dedos polvosos de los buscadores de discos. También es cierto que desde hace varios años han aparecido sellos discográficos que se han especializado en compilados.
Dentro de los casos más sonados entre las compilaciones no podemos olvidar que el disco de reggae más vendido en el mundo es el Legend de Bobby Marley y que reúne algunas de sus canciones más populares. Tristemente esa resulta ser la dosis necesaria de reggae para muchos.
Otro buen ejemplo a considerar es el de William Onyeabor que hace un par de años se volvió el nuevo favorito de la música nigeriana. Entre Thom Yorke y David Byrne presentaron a Onyeabor en occidente y el segundo editó una exitosísima compilación con lo que el mismo David consideraba lo más destacado de su obra. Si tomamos en cuenta que los discos de estudio de Onyeabor no habían sido reeditados hasta ese momento y que los prensajes originales eran prácticamente inaccesibles para la mayoría de los mortales, la compilación se convirtió en el único acceso al sonido único de William: nuestro primer acercamiento a la música del nigeriano.
Lo anterior ha sucedido con la música de Robert Johnson, Tom Zé, Hamad Kalkaba, Pat Thomas y Mulatu Astatke por mencionar algunos, de los pesos completos cuya obra ha sido incluida en compilaciones exitosas de gran tiraje. Los sellos gringos y europeos han capitalizado con estas ediciones que ponen a un precio más accesible música en formatos físicos que de otra forma solo con grandes cantidades de dinero podríamos obtener o en el mejor de los casos recurriendo a las plataformas de streaming (otro pecado capital para el que solo consume álbumes de estudio en formato físico).
https://youtu.be/G1zRReyzUoQ
Existen varios motivos para odiar las compilaciones, para subestimarlas y vetarlas de nuestras colecciones, pero siendo honestos todos hemos poseído alguna colección de éxitos o una compilación de los nombres mencionados antes, y los que no lo hayan hecho les mandamos una calurosa felicitación: enhorabuena chicos(as) se han ganado nuestra admiración, ojalá la puedan canjear por más discos.
Las compilaciones son un recurso que nos permite dar un vistazo a la obra del músico en cuestión y que en el mejor de los casos nos animará a buscar los discos de estudio del mismo.
Cualquier escenario es bueno si la consecuencia es darle play a algo que nos gusta.