Editorial de Freddy Stock, miércoles 14 de marzo.
“Miren hacia las estrellas, no hacia los pies”… Stephen Hawking nos legó pensamientos como éste, dicho en la inauguración de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012, esta metáfora de buscar verdades más que supuestas certezas, de romper con lo que parece obvio, de ir más allá de los horizontes morales o culturales. Por eso, más que astrofísico brillante, quién lo duda, Stephen Hawking fue un trovador de sabiduría, un divulgador de inquietudes y un catalizador universal de la filosofía. Dijo que la astronomía y la física le ofrecían la esperanza de comprender de dónde veníamos y por qué estamos aquí tratando de entender las profundidades del universo. Y, en ese camino lleno de curiosidad, negó la existencia de Dios defendiendo la necesaria explicación científica de la realidad.
“Lo que quise decir cuando aseguré que conoceríamos ‘la mente de Dios’ – dijo Hawking- era que comprenderíamos todo lo que Dios sería capaz de entender si acaso existiera. Pero no hay ningún Dios. Soy ateo. La religión cree en los milagros, pero estos no son compatibles con la ciencia”, añadiendo que: «El cielo es un cuento de hadas para los que tienen miedo a la muerte».
Pero Stephen Hawking también nos habló de sus temores sobre el desenlace de la humanidad. Nos puso en alerta sobre el cambio climático que podría convertir a la Tierra en un segundo Venus; al potencial fin de la raza humana en manos de una desbocada y poderosa inteligencia artificial; y al peligro de ser conquistados por vida extraterrestre de tecnología superior y ser sometidos de la misma forma en que los eurpeos tiranizaron a los pueblos americanos que conquistaron desde hace más de cinco siglos.
Se fue un genio de la humanidad, afin a la cultura pop, al arte y al rock. Pero sus pensamientos nos acompañarán mientras mantengamos viva nuestra raza humana y sigamos su ejemplo de pensar más allá de lo evidente, siempre viajando hacia las estrellas…