Editorial de Freddy Stock, jueves 22 de marzo.
La filosofía de los ignorantes… En alguna página de internet me topé con esta definición de la violencia, la de ser “la filosofía de los ignorantes”, una especie de oxímoron porque los ignorantes, claro está, no presentan ningún amor por la sabiduría. Y en este oxímoron cayeron los agresores del líder de la ultraderecha, José Antonio Kast, porque dichas agresiones se provocaron en el recinto primordial del pensamiento que es una casa de estudios que le pertenece al Estado como lo es la Universidad Arturo Prat.
Si el fin encubierto del ex candidato presidencial era poner su nombre en los titulares y hacer aún más conocida su figura en vista a una segunda postulación, Kast lo consiguió plenamente. Y sus agresores, con la torpeza de la ira, le permitieron su potencial plan comunicacional. Ignorantes.
Si el fin de José Antonio Kast es provocar en aquellos recintos donde sus ideologías de discriminación y apoyo a una dictadura que aún hace sangrar profundas heridas de millones de chilenos, cayeron fácilmente en la trampa. En la provocación. Por ignorantes.
El peligro de los extremistas es caer con pasión en estos actos de ignorancia. La violencia verbal o argumentativa es simbiosis de otras violencias de la masa y la sinrazón. Por eso, en países donde el odio como ideología fue permitido bajo el amparo de la tolerancia terminaron con millones de muertos. Y hoy, han aprendido la lección. Pero en Chile, no lo hemos hecho. Preferimos, como en tantas cosas, seguir viviendo como si nada hubiera pasado, mirando hacia el lado y enterrando el pasado como si no existiera el fantasma de su regreso.
Por todo esto, la agresión a José Antonio Kast es reprobable porque es peligrosa. Porque alimenta extremismos. Porque fue un acto de torpeza en un recinto estatal de pensamiento. Porque resultó ser el triunfo sonriente de la provocación y de la ignorancia…