Por Rainiero Guerrero
Radiohead se matriculó con una de las mejores presentaciones de este año 2018 y todo sobre la base de un repertorio sólido, bien estructurado y un relato audiovisual que acompañó un viaje que superó las dos horas y con un Estadio Nacional repleto.
Puede sonar contradictorio, por la etiqueta con la que carga una banda como Radiohead en Chile (depresiva), pero la verdad es que se trató de una noche intensa y entretenida donde el quinteto inglés transita por el trance, la electrónica y el rock, todo en una sola entrega llena de dinamismo marcado por un in crescendo permanente. Daydreaming de su última publicación A moon shaped pool abrió la noche como no se suelen abrir los conciertos. No había saltos, no había acordes mayores ni energía para levantar al público, todo era al revés y al mismo tiempo, una invitación al viaje que recién comenzaba.
Veintiocho canciones en más de dos horas de show que abarcaron buena parte de la discografía de la banda: In Rainbows y OK Computer fueron los dos discos más revisados pero sin ser un concierto revisionista o que mira hacia el pasado porque Radiohead transita con libertad hacia el futuro sin cometer el pecado de ser una copia de ellos mismos, Thom Yorke y su gente siguen a la vanguardia de la escena musical con más de 30 años de carrera. Eso es integridad.
Lentamente aparecieron los llamados clásicos de la banda, pero siempre en buena forma y en el momento preciso. Airbag, Let Down o 2+2=5 eran pequeñas joyas que iban apareciendo para dar paso a esas canciones que llenaron las radios en los 90: Fake Plastic Trees, The Bends, Paranoid Android y Karma Police fueron las elegidas para conectar con esa otra parte de la audiencia que admira y conoce las canciones de Radiohead porque la llegada del siglo XXI trajo una nueva lectura para la banda y Kid A (2000) era el adiós a un época donde Radiohead se despedía de los éxitos radiales para salir de la zona de confort entrando de lleno a una experimentación que hoy puede mostrar en vivo y acompañado de clásicos que permiten cerrar una fue una noche perfecta.
Radiohead avanza y progresa, no se detiene, mira por el espejo retrovisor, pero sólo por precaución, su destino está más adelante, en esa próxima entrega musical que probablemente vaya más allá de ellos mismos, eso es Radiohead, eso es integridad, maestría y música de alta gama para ser interpretada ante casi 50 mil personas en la fría y amable noche santiaguina.