MALDITO ROCK AND ROLL

Evil Confrontation Open Air Festival: Prueba de fuego

18, 19 y 20 de mayo – Hacienda Picarquín, San Francisco de Mostazal

Por Jorge I. Lagás

Foto principal en la nota: Francisca Sotz (gentileza Producción)

Fotos galería: Sergio Mella (gentileza Producción)

Festivales internacionales de metal en Chile ha habido varios. Al aire libre, sólo unos pocos. Pero ninguno se había aventurado como el Evil Confrontation Festival en su versión 2018. Después de un par de primeras ediciones hace algunos años en recintos cerrados, esta vez apostó por un formato “Open Air”, fuera de Santiago y de cualquier ciudad, con camping y tiradas diarias de larga duración. Y un cartel afirmado en bandas como Triptykon, Angel Witch, Demolition Hammer, Tribulation y Pagan Altar, más un cargamento de grupos nacionales y latinoamericanos que le dieron un sentido aún más especial a esta fiesta negra.

El lugar elegido fue la Hacienda Picarquín, en San Francisco de Mostazal, Sexta Región. Ahí empezaron a llegar los maníacos el viernes 18 de mayo, una jornada destinada principalmente a hacer un “carrete” de bienvenida, con algunas actividades y bandas invitadas que calentaron el ambiente.

SÁBADO 19

El sábado 19 fue, en rigor, el primer día de festival propiamente tal. Durante esa jornada, destacaron los suecos Dead Lord y su propuesta muy a lo Thin Lizzy, poniendo el toque más de rock clásico a esta cumbre de estilos más extremos; representando al metal latinoamericano, Voltax de México, Axe Steeler de Colombia y Mandrágora de Perú; y sacando la cara por Chile, la oscuridad de Communion y Lucifer’s Hammer, más el intenso thrash de Massive Power, por destacar algunos de los puntos altos de esa fecha.

Pero los triunfadores absolutos de ese primer día fueron los estadounidenses Demolition Hammer, que tal como indica su nombre, barrieron con todo y no dejaron nada en pie. Un repertorio basado exclusivamente en sus dos primeros discos ‘Tortured existence’ (1990) y ‘Epidemic of violence’ (1992), que deben ser de lo más subvalorado en la historia del thrash. Pero aquí estaban para hacer justicia y vaya si lo hicieron, con un sonido a tope, ejecución como reloj y una fuerza que dejó a todos peinados para atrás.

El cierre estuvo a cargo de Angel Witch, una joya de la NWOBHM (New Wave Of British Heavy Metal, para el que todavía no cae) que por fin podía llegar después que hace dos años se cancelara una visita anunciada. Liderados por su vocalista y guitarrista histórico Kevin Heybourne, alternaron entre clásicos de su imprescindible disco debut homónimo (1980) como ‘Atlantis’, ‘White witch’, ‘Confused’, ‘Baphomet’ o ‘Angel of death’, con canciones del álbum con que volvieron esta década, el competente ‘As above so below’ (2012). El cierre fue con el himno ‘Angel witch’, coronando una actuación de alto vuelo a pesar de los constantes gestos de molestia del frontman por problemas de retorno. Pero desde el público se escuchó todo bien.

Por cambios en la programación, después de Angel Witch se presentaron al cierre los suizos Bölzer y su metal místico, ya ante un público más reducido, mermado a esa hora de la madrugada por el cansancio y el gran enemigo que se confirmaba después de dos noches: el frío, que en las horas oscuras se hacía durísimo y se combatía principalmente con fogones y brebajes.

DOMINGO 20

El día final, el domingo, se abrió con fuerzas repuestas y el “desayuno” sonoro corrió por cuenta de Acrostic, frenético noise thrash de la Quinta Región, que dieron paso a otros números de la jornada como los thrashers Evil Force de Paraguay, el heavy power metal de Blizzard Hunter de Perú (incluyeron cover de ‘Queen of the reich’ de Queensrÿche, interesante trabajo del vocalista), y buenos shows nacionales a cargo de los chacales y malignos Ejecutor; los excelentes Ripper, de lo mejor que hay actualmente en la escena; el doom de Condenados; y la brutalidad de Oraculum. Una de las sorpresas de ese día fue Nightpröwler, de Ecuador, con un metalpunk rockanrolero a lo Venom, Midnight y Warfare, que hizo mover a prácticamente todos.

Al ir finalizando el día y llegando el frío, fueron apariendo los nombres que más se esperaban para esa parte: primero los suecos Tribulation, con un show alucinante, de lo más cotizado que hay actualmente en el circuito. Desde que salieron caracterizados como espectros al escenario se sintió que se venía algo diferente y de otro nivel. Solidísima actuación, con canciones de su nuevo disco ‘Down below’ (2018) y sus producciones anteriores, en que pasaron de ser un grupo death metal tradicional a uno con identidad más propia, incorporando influencias del rock gótico y el black metal. Gran debut por estos lados y deberían seguir creciendo.

Pagan Altar es otra de esas bandas que muchos pensaron que nunca verían en vivo alguna vez en Chile. Presentaron su hipnotizante doom metal ultra clásico y aunque quedaron debiendo una canción, que no pudieron tocar por temas de tiempo, dejaron un grato sabor.

El cierre del festival fue para una verdadera leyenda, Tom Warrior y sus Triptykon. El hombre que encabezara actos tan míticos dentro del metal como Celtic Frost y Hellhammer, trajo su banda actual para darle en el gusto a los aperrados metaleros que habían pasado más de un día acampando en el lugar. Por su set pasaron canciones inmortales de Celtic Frost, abriendo con ‘Procreation (of the wicked)’ y despachándose momentazos con ‘Into the crypts of Rays’, ‘Circle of the tyrants’, ‘Morbid tales’, ‘Dethroned emperor’, ‘The usurper’ y ‘Necromantical screams’. También algo de ‘Monotheist’ (2006), el último disco que hizo Celtic Frost, de ahí tocaron ‘Ain Elohim’, presentada por Tom Warrior como canción escrita por Martin Eric Ain, su compañero bajista en la banda, fallecido hace seis meses.

Por si todo eso no bastara, también hubo repaso al material de Hellhammer, la banda precursora de todo el metal extremo. Tocaron ‘Massacra’, ‘Reaper’ y ‘Messiah’ en una infernal seguidilla. También hubo espacio para lo que es Triptykon en la actualidad, con cortes de sus discos ‘Eparistera Daimones’ (2010) y ‘Melana Chasmata’ (2014). Sonido impecable, banda sólida en todo su conjunto y el carisma de canciones que marcaron épocas en este género al que muchos le han dedicado su vida.

Así se acabó el Evil Confrontation Open Air Festival 2018. Otros puntos a destacar fueron: el escenario, grande y con excelente sonido para la mayoría de las bandas; las actividades anexas, como las competencias y juegos medievales y vikingos, que aportaron distensión y aspectos interesantes a las jornadas; la presencia de metaleros hombres y mujeres de distintos países de Latinoamérica y el mundo, haciendo de este encuentro algo realmente internacional, y motivados entre otras cosas porque varias bandas vinieron por primera vez a Sudamérica solamente a dar este show; el buen funcionamiento de los servicios de comida, bebestibles, baños, duchas y agua caliente; la oferta de discos, merchandising y productos de la feria medieval; y el comportamiento del público, que se dedicó exclusivamente a disfrutar los shows y no dejó ningún incidente que reprochar.

Por supuesto no fue un festival perfecto, hay detalles que se pueden mejorar, pero en el global el resultado es positivo, para ser una primera vez de un festival de estas características. Para los que no le tenían fe, ojo a futuras ediciones porque puede ir creciendo. Festivales como Wacken, que desde acá miran con tanta admiración, partieron como eventos chicos a los que asistían sólo algunos aperrados. No es por comparar, pero es un ejemplo de que hay que darle tiempo a este tipo de iniciativas. Por ahora el primer paso fue una prueba de fuego superada.

 


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