Editorial de Freddy Stock, viernes 11 de mayo.
La muerte de un medio… siempre será triste para la democracia cuando muere un medio de comunicación. No sólo por los despidos laborales y el natural drama humano que conlleva, sino porque se apaga así una tribuna desde donde construir y atisbar la sociedad. Cada generación de chilenos ha visto morir decenas de medios –y por diversos motivos- que supieron marcar sus épocas, como la revista Mampato, la Ramona, la picaresca Cosquillas. O revistas como Cauce, Análisis o Apsi que lucharon contra la dictadura y no pudieron –digamos- “adecuarse” a los tiempos concertacionistas. Y, ahora, sabemos que la empresa Copesa cerró la revista Paula y la versión impresa de Qué Pasa.
Paula nació hace 51 años con los procesos de cambio y emancipación de la mujer de la elite chilena a fines de los ’60, llegando a tener en sus filas a plumas de renombre, como Isabel Allende. Y la revista Qué Pasa, obsecuente con la dictadura, ganó espacio en democracia con un periodismo punzante e investigativo desde un ángulo determinado del poder.
Pero así como ha ocurrido con tantos medios, estos cierres son procesos lamentables pero naturales en una nueva era del consumo de la información. Otros diarios de renombre en el mundo se han cerrado o han pasado a versiones digitales para seguir existiendo. El drama en otras plataformas, como la audiovisual, es aún más alarmante. Pero así como dejan de existir, otros nacen al alero de estos tiempos inéditos, como los sitios informativos siendo El Mostrador uno de los precursores en Chile y a los que se suman otros como Ciper, El Dínamo, El Líbero y el reciente Clever, dirigido por Beatriz Sánchez.
Nuestra solidaridad con los trabajadores que pierden sus empleos. Y la esperanza de que su reinserción sea rápida en este proceso revolucionario de destrucción de paradigmas que estamos viviendo en esta realidad digital…